19.01.2019. Se nota que la sierra, en pleno invierno, se halla adormecida por la humedad, la escarcha y el frío. Sin embargo, los campos de labor que la salpican hacen intentos de verdear, dando una nota de color a los páramos pardos. Los aláudidos canturrean sus sonatas características y algunos fringílidos vuelan aquí y allá. Una gran caminata de más de 10 kilómetros nos lleva a rincones insospechados, como un estanque rodeado de juncos churreros (Scirpus holoschoenus) donde, bajo la gruesa capa de hielo, duerme un lecho de Chara sp., un alga verde de agua dulce cuyas paredes celulares están recubiertas de sales de calcio, lo que les otorga un tacto algo áspero.
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Ruinas del casuto de Jacinto. |
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Cogujada (Galerida sp.). |
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Rambla. |
20.01.2018. A primera hora de la tarde, acudo a uno de mis lugares favoritos: la ladera de las albaidas. Busco en las cinglas de los roquedos animales y plantas que se atrevan con el frío manchego de enero y obtengo recompensas. Una culebra lisa meridional (Coronella girondica) con la cabeza metida en un resquicio, pero aparentemente sana, se deja fotografiar. No la molesto y sigo mi camino, curioseando y mirando dentro de grietas y agujeros, en busca de criptógamas.
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Camuflada, pero ahí estaba. Culebra lisa meridional (Coronella girondica), tras los romeros en flor. |
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El ejemplar parecía tener buena salud, aunque me sorprendió esa actitud de esconder la cabeza en un hueco por el que el resto de su cuerpo no cabía y quedaba expuesto a la intemperie. |
Por la ladera de las albaidas, encuentro plantas rupícolas como Chaenorhinum sp. y Sarcocapnos enneaphylla, muy comunes tanto en la sierra como en las calles de viejos edificios de Chinchilla. Aparecen también los dos helechos más comunes de la zona: la doradilla (Ceterach officinarum) y la ruda de los muros (Asplenium ruta-muraria). Ahora las albaidas no tienen hojas por el frío. Por otra parte, los líquenes aprovechan para hidratarse, como el negro Collema. Entre las aves, detecto la presencia de mosquitero común (Phylloscopus collybita), estornino pinto (Sturnus vulgaris), mirlo (Turdus merula) y un petirrojo (Erithacus rubecula) alarmado por mi presencia.
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Petirrojo (Erithacus rubecula) sobre una coscoja, en posición de alerta. |
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Zapaticos de la Virgen (Sarcocapnos enneaphylla). |
La ladera de las albaidas no es fácil de transitar, hace falta bastante esfuerzo y tener la mente rápida a la hora de analizar dónde poner el pie entre los espartos para no pisar nada raro ni escurrirse, además hay que respetar las plantas que nos cruzamos para no destrozar ninguna. Algunas de estas plantas son de alto interés botánico, como la sanamunda (Thymelaea tartonraira) y las propias albaidas, por aparecer en esta zona tan continental de la provincia.
Cuando empiezan a cantar los mochuelos, vuelvo a casa, acompañado por una enorme luna llena que ilumina mi camino.
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