viernes, 30 de junio de 2023

Descubriendo un nuevo lugar

Viejos pinos carrascos (Pinus halepensis). Especie mediterránea muy adaptada a la sequía. En esta zona de la sierra de Chinchilla, llega a resistir temperaturas mínimas inferiores a -10 ºC en invierno.

Ayer por la tarde, poco antes del atardecer, fuimos mi mujer y yo a un sitio nuevo que no habíamos visitado. Este lugar se localiza en la sierra de Chinchilla, en su vertiente norte, cerca ya de Casas de Juan Núñez, junto a la Cañada Real de los Serranos. Tengo que agradecerle a José Fajardo que me recomendara el lugar para buscar plantas.

A pesar de tratarse de una zona muy seca, estas comunidades vegetales mediterráneas continentales albergan una gran y sorprendente biodiversidad.

Aunque no encontré la planta que estaba buscando, la estepa o jara blanca (Cistus albidus), me sorprendió la frondosidad de la vegetación mediterránea que puebla estos territorios. Había pinos carrascos (Pinus halepensis) de gran tamaño, rodeados de romerales (Rosmarinus officinalis) y muchísimas sabinas moras (Juniperus phoenicea). Al respirar, notaba el cálido aire inundado de esencias aromáticas de la flora.

Sabina mora (Juniperus phoenicea) de gran porte, rodeada de espartos (Stipa tenacissima), romeros, tomillos, espliegos y otras plantas aromáticas.

Era el último día de la ola de calor, que nos había traído temperaturas de hasta 36 ºC, pero a esas horas en las que paseamos, disfrutamos de nuestra ruta senderista. Espero volver pronto a este lugar que me cautivó.

El sendero pedregoso nos llevaba a rincones con una luz mágica.

domingo, 18 de junio de 2023

Un sapo común ibérico en Chinchilla

Hace unos días, el 10 de junio de 2023, me ocurrió una cosa curiosa. Fue uno de esos eventos vitales en los que parece que la magia, el destino, un poder mental que no controlamos o como quieran llamarlo, mueve los hilos. Venía yo de recoger un nuevo libro que me he comprado, la Guía de campo de los anfibios y reptiles de España y de Europa de Speybroeck, Beukema, Bok, Van Der Voort y Velikov. Es uno de los más actualizados que tenemos en el continente al respecto. Sin nada mejor que hacer, me dirigí a la Sierra de Chinchilla, con el libro en la mochila. Recientemente he oido noticias de una víbora hocicuda (Vipera latastei) en la zona y algo me decía que debía darme un paseo por si acaso veía alguna, a pesar de que he paseado por este sitio miles de millones de veces y jamás he visto una (de hecho, solamente he visto una víbora hocicuda en mi vida y no fue aquí). Por supuesto, sabía que no iba a ver una, pues es una de las serpientes más difíciles de ver y esto no iba a ser llegar y besar el santo.

En fin, hacía bastante calor a media tarde y me senté en una roca plana a la sombra de un pino, ya que llevaba ya un rato dando vueltas y no se veía ningún animal por ahí, aparte de que tenía muchas ganas de hojear la guía recién adquirida, me puse a leer. Al llegar a la página de los sapos comunes europeo e ibérico (Bufo bufo / B. spinosus), cavilé sobre su presencia en Chinchilla. Hasta ahora, he detectado diferentes especies de anfibios en el entorno, incluyendo el sapillo moteado (Pelodytes punctatus), el sapo de espuelas occidental (Pelobates cultripes), el sapo corredor (Epidalea calamita) y la rana común (Pelophylax perezi). Siempre he pensado que es bastante raro no haber visto ningún sapo común ibérico aquí. Leí un poco sobre esta especie y vi que el mapa de distribución lo marcaba en toda la península ibérica. Seguro que en Chinchilla no hay, pensé. Seguí hojeando y al cabo de unos minutos, decidí poner rumbo hacia otros puntos de este paraje. Una hora y algo después, más arriba de la ladera en la que me encontraba en ese momento, a través de los troncos oscuros y de aspecto seco de los pinos, vi una zona elevada y muy verde, que brillaba al sol. Decidí atravesar el pinar directo hacia este lugar que ya conocía, pero que con las últimas lluvías parecía haber resurgido de las cenizas. 

De repente, en mitad del pinar, noté movimiento bajo un arbusto. Una lagartija, pensé. Al inclinarme un poco por encima, me llevé una gran sorpresa al ver una gigantesca hembra de sapo común ibérico sobre la hojarasca de acículas de pino. ¿Qué probabilidad había de encontrarme con este animal, que todavía no había visto en Chinchilla, teniendo en mi mochila un libro sobre anfibios y habiéndome sentado poco tiempo antes a leer sobre él? Ahí estaba la magia de la vida de nuevo, haciendo de las suyas.

Sin tocarla, le hice una pequeña sesión fotográfica. Quería captarla en el hábitat en que me la había encontrado, por lo que tomé esta imagen vertical.

Hembra de sapo común ibérico (Bufo spinosus)

El sapo común ibérico (Bufo spinosus) es una especie endémica del suroeste de Europa: península ibérica y parte de Francia. Antes considerado una subespecie del sapo común europeo (Bufo bufo), hace unos años los taxónomos los separaron en dos especies distintas. Se trata de un anfibio extendido, pero tristemente, es cada vez más escaso, sobre todo en la España mediterránea, donde yo vivo. Esto es debido, como siempre, a la falta de hábitats adecuados para realizar la puesta, a los atropellos, a los cambios de uso en el campo...

En los alrededores de la ciudad de Albacete, se han visto siempre ejemplares de esta especie. Cerca de Chinchilla también, como en Pétrola, por lo que realmente, no resultaría raro verlo, pero hasta ahora no había tenido esta suerte. Me hizo mucha ilusión este encuentro con la "sapa". De esta manera, son ya cinco las especies de anfibios que he detectado en mi pueblo hasta ahora. Espero que la cifra suba pronto, por lo menos, con dos especies más que sospecho que se encuentran por la zona.

El sapo común se distingue de su pariente, el sapo corredor, por su iris rojo, verde brillante en este último.

De frente, parecía incluso más grande.

Viaje a Costa Rica III: por los canales de Tortuguero y paseo de tarde-noche

13 de abril

Este día hicimos dos rutas en bote por los canales de Tortuguero, pues contratamos una ruta extra (de la cual, por cierto, no nos arrepentimos nada) aparte de la que ya teníamos pagada. La primera fue a las 5 de la mañana y la segunda, después del desayuno, sobre las 8. Ese día, nos despertamos a las 4:15 am. Al salir de la habitación, nos recibió una fuerte cortina de lluvia que no llegó a calarnos, ya que íbamos muy preparados con nuestros impermeables, pero dudamos de que se realizara la ruta. Tras un rápido café, con nuestro guía Miguel y con varios intrépidos turistas, en su mayoría ingleses, nos subimos al bote y nos adentramos en las aguas de la laguna de Tortuguero, que chapoteaban ligeramente a nuestro alrededor, mientras nos caía la tromba encima.

El primer animal que vimos fue una garza tigre de río (Tigrisoma mexicanus), también conocida como martín peña o pájaro vaco, que no pude fotografiar bien ya que la lluvia y la poca luz me impidieron obtener una buena fotografía. Por eso, prefiero mostraros luego  el otro ejemplar que vi en la siguiente salida en bote, cuando la vi mejor. 

Vimos también varias iguanas verdes (Iguana iguana), grandes ejemplares encaramados a los troncos de los árboles, observándonos con su reptiliano semblante impasible.

Iguana verde (Iguana iguana). Fijaos en sus musculadas patas, que le permiten trepar perfectamente a los árboles.
Estas rutas por los canales de Tortuguero son impresionantes, ya que se puede observar una gran diversidad de fauna y flora tropicales. Para el naturalista o el profano, sin duda resulta una actividad sumamente enriquecedora.

De repente, aparecieron nuestros primeros tucanes, tucanes de pecho amarillo (Ramphastos ambiguus), también conocido como Dios te dé o quioro. Dos ejemplares que pudimos observar durante varios minutos e incluso, los vimos aparearse justo por encima de nosotros.

Los tucanes son aves omnívoras que lo mismo comen fruta que huevos, lagartos, anfibios o insectos, y muchas aves del dosel arbóreo les temen.

La pareja de tucanes, muy cariñosa, justo antes del apareamiento.

No se alejaban el uno del otro y se picoteaban el dorso.

Miguel nos dijo que era la primera vez que conseguía observar dos tucanes en pleno apareamiento. No les hice foto porque preferí observarlos cual voyeur.  

Poco después, nos topamos con una rapaz, hay dos especies similares pero creo que se trata del gavilán cangrejero (Buteogallus anthracinus), posado en una rama que sobresalía del agua, mirándonos fijamente, con las alas semiabiertas.

Gavilán cangrejero (Buteogallus anthracinus)

Justo debajo de esta rapaz, pude ver mi primera garcilla verde (Butorides virescens). Esta abundante zancuda resultó ser el ave más común durante nuestro recorrido por Tortuguero, junto con los zanates que se veían y oían por todos lados.

Garcilla verde (Butorides virescens), ejemplar inmaduro.

Tampoco son escasos los basiliscos verdes (Basiliscus plumifrons), aunque su abundancia no me pareció que estuviera al mismo nivel que la de la iguana verde, así como la anhinga americana (Anhinga anhinga), aves ligadas al agua que presentan un pico muy afilado y delgado que utilizan como un arpón para capturar peces.

Basilisco o lagartija Jesucristo (Basiliscus plumifrons), ejemplar macho.

Anhinga americana (Anhinga anhinga)

También hubo otros protagonistas en la ruta: los martines pescadores. Acostumbrado a ver la única especie con la que contamos en Europa occidental en zonas húmedas, sabía que en las zonas tropicales este grupo de aves se halla más diversificado.

Martín pescador collarejo (Megaceryle torquata), una hembra. Esta especie alcanza los 40 cm de largo: su enorme tamaño para ser un martín pescador me sorprendió.

Pudimos observar también un trogón coliplomizo (Trogon massena), pariente cercano del legendario quetzal. Pudimos observarlo poco tiempo, ya que en seguida voló por la arbolada. Este grupo de aves es propio de la zona neotropical.

Trogón coliplomizo o grande (Trogon massena), ejemplar hembra.

También en esta ruta pudimos ver un clan de monos aulladores (Alouatta palliata). Quedamos alegremente sorprendidos por sus "monerías". En el grupo, había incluso algunas hembras con sus crías.

Mona aulladora (Alouatta palliata) con su cría.

Mono aullador en una postura un tanto incómoda.

Y después de los monos, vino la sorpresa. Por fin pudimos ver nuestro primer perezoso, un perezoso de dos dedos (Choloepus hoffmani), uno de los símbolos nacionales de Costa Rica. Aunque este ejemplar permanecía dormido entre el follaje y solamente se le veía un poco, durante nuestro viaje pudimos ver más ejemplares.

El durmiente perezoso de dos dedos (Choloepus hoffmani).

Después de quedarnos embelesados mirando el perezoso, proseguimos nuestra ruta. Había dejado de llover hacía un rato y el sol ya calentaba, aunque de vez en cuando hacía algo de viento. La temperatura no debía llegar a los 30 ºC. Vimos un tucán arcoiris (Ramphastos sulfuratus) aunque no le saqué buena foto, pero os dejo un dibujo que hice de uno cuando tenía 16 años.
Tucán arcoíris (Ramphastos sulfuratus) que dibujé en el verano de 2009, con ceras y rotuladores. Fue una época en que me obsesioné con la fauna de América tropical, gracias, en buena parte, a un libro de Isabel Allende, La ciudad de las bestias. ¡Quién me iba a decir con 13-14 años que 14 años después visitaría este fantástico continente!

Espectacular iguana macho mostrando su gran papada.

Mirad cómo de abundantes son las iguanas que cuando hice esta foto de un ibis verde (Mesembrinibis cayennensis) no me di cuenta de que había una justo detrás.

Tortuguero es, sin duda, un gran paraíso. Resulta sorprendente pensar que buena parte de estos bosques que crecen junto al agua no tienen más de cincuenta años, ya que hasta hace poco tiempo estas tierras eran ocupadas por cultivos de bananeros.

Otra garcilla verde (Butorides virescens) que posó para nosotros.

En los canales de Tortuguero, como ya comenté en la entrada anterior sobre este territorio, encontramos zonas de vegetación palustre flotante donde se esconden cocodrilos, caimanes y otros animales.

En la vegetación flotante, pudimos observar aves como la abundante jacana (Jacana spinosa) que, con sus largos dedos, camina con facilidad sobre las plantas acuáticas.

Jacana centroamericana (Jacana spinosa) caminando sobre la vegetación flotante.

Gallareta morada (Porphyrio martinicus)

Garceta azul (Egretta caerulea)

¿Podéis creer que llevo años intentando ver un águila pescadora en condiciones? El año pasado pude ver una en El Hondo (Elche), pero nada que ver con estas vistas. Durante todo nuestro viaje, nos ha sorprendido lo confiados que son los animales. Es lo normal en un país donde la caza es una actividad ilegal y perseguida.
Después de esta ruta con el guía Miguel, volvimos al lodge a por el segundo desayuno, cual hobbits neotropicales. Miguel nos enseñó un nido de colibrí junto al restaurante y pudimos apreciar su pequeñísimo tamaño. Asentado sobre una ramilla, el nido formado por pelusillas, líquenes y musgo, descansaba, ya abandonado.

Nido de colibrí.

Tras el desayuno, volvimos a embarcarnos en la laguna y los canales de la zona, aunque esta vez con otro guía que se llamaba Rafael. Antes de acercarnos al bote, en el propio hotel, vimos otro enorme macho de iguana verde de color pardoanaranjado descansando en la hierba.

Sin duda, el reptil más abundante de la zona.
En esta segunda ruta, añadimos algunas especies nuevas a nuestra lista de observaciones, pero también vimos muchas que ya conocíamos. Por ejemplo, me gustó mucho poder ver de nuevo una garza tigre y poder hacerle mejores fotos. 

Garza tigre de río (Trigosoma mexicanus)

Basilisco verde. Lo vimos junto a una hembra, comiendo trozos de lechuga. Rafael el guia de esta ruta nos explicó que hay gente que tira sobras de ensaladas en los jardines de la zona para que la fauna se lo coma. Tengo que decir que en Tortuguero es difícil a veces saber si estás mirando una zona de selva o un jardín.

Y de nuevo, una anhinga descansando sobre una rama.

Esta iguana verde presentaba un patrón más grisáceo.

Conforme el bote se desplazaba por la laguna de Tortuguero y los canales que la recorren, también, por supuesto, me fijé en la vegetación que nos rodeaba y que, a veces, incluso, se cerraba por encima de nuestras cabezas. No conocía ninguna planta, aunque de algunas podía intuir la familia.

El dosel arbóreo de Tortuguero, hogar de iguanas, perezosos, tucanes...

Los cocoteros (Cocos nucifera) también son abundantes aquí.

Cocos nucifera
En cierto momento, el botero hizo virar la embarcación hacia un canal que se ramificaba hacia nuestra izquierda, y justo al entrar en él, descendió la velocidad del mismo. A nuestra derecha, encogido sobre una rama, vi mi primer perezoso de tres dedos (Bradypus variegatus), símbolo nacional de Costa Rica. El animal estaba metido entre el ramaje y no era fácil de ver a no ser que escanearas con la mirada cada metro de árbol, por lo que nos dio la sensación de que los guias y los conductores de los botes ya sabían, de alguna manera, dónde estaban los animales. Pudimos verlo muy bien y el animal casi no se movió. Ni siquiera llegó a girar la cabeza para mirarnos.

Perezoso de tres dedos (Bradypus variegatus). Aunque parezca que sonríen, es la expresión facial fija que tienen. Mucha gente los coge y manipula, pensando que son extrovertidos, por lo que se estresan mucho: por el movimiento tan lento y expresión de sonrisa perpetua que tienen, algunos creen que no lo pasan mal, cuando es todo lo contrario.

El animal parpadeaba muy lento y al final acabó cerrando los ojos.

Continuamos por otro canal y en una orilla, vimos un embarcadero donde paramos para ver unos murciélagos narigones (Rhynchonycteris naso), especie de quiróptero asociado a bosques perennes que crecen junto al agua.

Murciélagos narigones (Rhynchonycteris naso)

En este mismo canal, que cada vez era más estrecho, observamos un enorme galápago, la tortuga de bosque negra (Rhinoclemmys funerea). En la foto, en el tronco, se puede observar junto a ella un pequeño cangrejo.

Tortuga negra de bosque (Rhinoclemmys funerea). No se canteó cuando pasamos junto a ella.

El hábitat típico de estos animales que muestro. Vegetación muy densa que sobresale por encima de los canales y agua bastante turbia.

En cierto momento, el guía divisó un animal entre las ramas de un árbol muy cercano. Nos costó verlo y aún más fotografiarlo: se trataba de una garza pico de bota (Cochlearius cochlearius) que permanecía oculta en la copa del árbol cercano al bote. Poco después, también nos llamó la atención cierto movimiento en la copa de otro árbol. Un mono araña (Ateles geoffroyi) se afanaba en alimentarse de pequeñas florecillas.

Garza pico de bota (Cochlearius cochlearius) escondida entre las ramas.

Mono araña (Ateles geoffroyi) comiendo florecillas.

Por si no habéis visto ya suficientes iguanas...

Tortuguero

Más jacanas.

Parece que no hay nada...

Escamas de...

¡Un caimán!

En efecto, hacia el final de la ruta por los canales de Tortuguero, empezamos a ver caimanes (Caiman crocodilus). Vimos varios ejemplares, creo recordar que cinco, por lo general siempre semiocultos entre la vegetación flotante del borde de los canales.

En estas aguas tan turbias, lo mejor es no meter ni la mano, nunca sabes lo que se puede esconder en el fondo.

Este árbol de hojas palmaticompuestas creo que es una Cecropia.

Basilisco verde juvenil.

Otro caimán que se dejó ver bastante bien.

Permaneció quieto bastante rato, permitiéndonos observarlo al detalle.

Otra tortuga negra de bosque mostrando su parte anterior.

Como ya hacía bastante calor, este otro caimán permanecía con la boca abierta, lo que le permitía regular su temperatura.

Así concluyó la ruta diurna por los canales del Parque Nacional de Tortuguero. Por supuesto, si vas a Costa Rica este es un lugar que no te debes perder, especialmente si disfrutas con la observación de la naturaleza. Aquí vimos decenas de animales muy cerca de nosotros, tanto durante algún paseo que dimos a pie y cerca de la playa como en las propias rutas en bote. Y si disfrutas con ello, recomiendo encarecidamente que aprovechéis el tour del amanecer en bote, cuando los animales empiezan a activarse.

Canales de Tortuguero, ya de vuelta al lodge.

Ya en el hotel, dimos un pequeño paseo por sus jardines. Así fue como conseguimos ver más aves (pájaros carpinteros, guacamayos...) y plantas, entre otras cosas.

Los nidos de oropéndolas de Montezuma que teníamos encima de la habitación.

Oropéndola de Montezuma (Psarocolius montezuma)

Yigüirro (Turdus grayi), el ave nacional de Costa Rica.

De repente, oímos el repiqueteo de un pájaro carpintero a bastante metros de altura sobre nosotros. Gracias al zoom de la cámara y los prismáticos, pudimos detectar al responsable del ruido. Se trataba de un carpintero listado (Dryocopus lineatus), también conocido como carpintero real y carpintero crestirrojo, entre otros nombres. Aparece desde el sur de Norteamérica hasta el noreste de Argentina.


El paseo nos llevó al otro lado del hotel, que conectaba con la playa del Caribe, pero primero pasamos por una sección del jardín a la que habían bautizado con el nombre de "Jardín de mariposas". Allí nos detuvimos a observar algunas plantas y encontramos una bonita oruga sin identificar. Mientras tanto, los gritos ásperos de los guacamayos o lapas verdes (Ara ambiguus) nos llamaron la atención. Y por fin, pudimos verlos al detalle, pues se paseaban tranquilos en la parte más alta de las copas de algunos árboles, revoloteaban de vez en cuando, y picoteaban grandes frutos. Nos habíamos quedado con muchas ganas de verlos el día anterior.

Lapa verde (Ara ambiguus)

Lapa verde (Ara ambiguus)

Estos ejemplares se entretenían en alimentarse con sus grandes picos de los frutos de los árboles que crecen en la playa del Caribe.

Alagoasa. Fam. Chrysomelidae.

Oruga sin identficar que vimos en el jardín de mariposas del hotel. Me recuerda a la de un piérido.

Al anochecer, fuimos con nuestro guía Miguel a buscar ranas de ojos rojos (Agalychnis callidryas), en una zona habilitada para ellas en los jardines del hotel. Después de buscarlas un rato en un jardincillo de altas heliconias y de ver algunos renacuajos de esta especie en una estrecha acequia, encontramos varios ejemplares. Las ranas de ojos rojos son otro símbolo de Costa Rica, por lo que son muy apreciadas entre la gente. Las hembras ponen los huevos en el envés de las hojas duras y anchas encima del agua; cuando los renacuajos nacen, caen de la hoja al agua, continuando con su desarrollo. Pudimos observar y fotografiar varios ejemplares de esta curiosa y emblemática especie.

Una de las ranas de ojos rojos (Agalychnis callidryas) sobre una hoja de palmera.

Después de cenar, volvimos a ver otro sapo de caña (Rhinella horribilis), al cual salvamos de ser masticado por un perro.

Sapo de caña (Rhinella horribilis)

Y así concluyó este día en nuestra luna de miel por Costa Rica. Al día siguiente, por la mañana, nos despertaríamos al alba para ir a ver pájaros por el jardín del hotel, y después debíamos viajar a otro apasionante lugar: el volcán Arenal.

Continuará...