El verano pasado, dormía una noche tranquilamente en mi pueblo cuando sentí la extrema necesidad de calmar la sed a altas horas de la noche. Cuando atravesaba el salón, notando en mis pies descalzos el frío de las baldosas, vi una criatura semitransparente corriendo a toda velocidad, a unos centímetros de mi pie izquierdo (menos mal que llevaba las gafas puestas, si no...). Me dio la impresión de que se trataba de una de esas pelusas atletas que entran de la calle, cuando se paró en seco. Me agaché y lo miré con detenimiento. Sin duda se trataba de una escutígera (Scutigera coleoptrata), también llamada ciempiés casero o doméstico. Con quince pares de patas desmesuradamente largas, larguísimas antenas de unos 300 pequeños anillos y dos enormes ojos formados por la yuxtaposición de cientos de ocelos, este quilópodo es un campeón de la velocidad que devora moscas, pececillos de plata, pequeñas arañas y otros animalillos que se encuentra en sus expediciones nocturnas por nuestros hogares y calles. Su cuerpo es entre amarillo grisáceo y verdoso anaranjado y posee tres líneas oscuras que lo recorren longitudinalmente.
Esta escutígera ha sido descubierta por mi madre en un rincón del salón, la pobre soporta sin ninguna queja las visitas de estos inquilinos tan indeseados para tantas personas. |
Como curiosidad, os diré que si cogéis una, aparte de llevaros algún que otro mordisco bastante desagradable, os quedaréis con varias de sus patas. En siguientes mudas, el animal las regenerará... Pero no os preocupéis, la escutígera, al igual que animales como arañas y salamanquesas que se guarecen en nuestros edificios, es un eco-insecticida óptimo para acabar con los molestos mosquitos nocturnos que buscan alimentarse de la rica sangre humana, cada día más tóxica. Su velocidad extrema les ayuda en la captura de moscas y mosquitos en techos y paredes, así que ya sabéis, cuando veáis una escutígera, acordaos de lo bueno que tiene. Sentíos orgullosos al saber que una escutígera ha elegido un rincón oscuro de vuestro salón para pasar el día, una grieta en el techo o una tubería oxidada, y tened en cuenta que son más fáciles de ver en primavera y otoño, si bien en verano continúan sus correrías nocturnas por mesas, paredes, techos, armarios, en busca de alimento; así que no hay que sufrirlas siempre. No atacarán mientras sigáis por vuestro camino y ellas por el suyo, claro está.
Originaria de la región mediterránea, la escutígera se ha extendido por varias regiones del mundo durante el último siglo. Las hembras cuidan con tesón y cariño de su puesta, igual que las escolopendras, lamiendo con ternura la superficie de los huevos para eliminar hongos y bacterias que pudieran dañar a los pequeños ciempiés.
Afortunadamente para ellas, las escutígeras pasan desapercibidas la mayoría de las veces, de hecho, os confesaré que la de la foto es el tercer ejemplar que veo en mi vida. No temáis, tantas patas y que pique no son excusas suficientes para echarlas de casa. ¡Al menos no roba ni vive a expensas de vosotros, tampoco hace promesas falsas ni derrocha!
Originaria de la región mediterránea, la escutígera se ha extendido por varias regiones del mundo durante el último siglo. Las hembras cuidan con tesón y cariño de su puesta, igual que las escolopendras, lamiendo con ternura la superficie de los huevos para eliminar hongos y bacterias que pudieran dañar a los pequeños ciempiés.
Afortunadamente para ellas, las escutígeras pasan desapercibidas la mayoría de las veces, de hecho, os confesaré que la de la foto es el tercer ejemplar que veo en mi vida. No temáis, tantas patas y que pique no son excusas suficientes para echarlas de casa. ¡Al menos no roba ni vive a expensas de vosotros, tampoco hace promesas falsas ni derrocha!