Tras las experiencias arácnidas que tuvimos en Yeste, el sábado por la noche, unos amigos y yo nos habíamos quedado con ganas de más y se nos ocurrió que un buen sitio para recopilar citas de licósidos podría ser la Sierra de Chinchilla. Así que, una vez más, cargados de cámaras y frontales, nos acercamos a este lugar y nos pusimos manos a la obra. El tiempo no nos acompañaba, la temperatura era inferior a la de otras noches veraniegas y además el viento soplaba incansablemente.
Hicimos una ruta de unos 5 km, desde una zona de barbacoas nos internamos en la Sierra, pasando cerca del cuco (construcción característica de la zona de La Mancha que consiste en una gran estructura cónica de piedras y una pequeña entrada que se utilizaba antiguamente como refugio para pastores o determinados tipos de ganado o para guardar aperos de labranza, también se conocen como 'chozos', 'cubillos' o 'bombos manchegos'), atravesando el páramo reseco debido a la sobreexplotación agrícola y ganadera de la zona, y acabamos en la plantación de pinos, desde donde volvimos a las barbacoas. En esa ruta circular nos dio tiempo a observar diversas especies de invertebrados interesantes que solo se pueden ver a medianoche. A pesar de que parecía que iba a llover (luego no llovió ná), no vimos ningún sapo y los únicos vertebrados que vimso fueron algunos conejos, aláudidos que salían volando desde los bordes de algunos caminos y palomas torcaces que salían despavoridas de algunas copas de pinos a nuestro paso.
Yo ya había visto alguna araña lobo anteriormente en el lugar, como podéis ver
en esta entrada, pero sospechábamos que, por las características del terreno y el sitio, sería fácil encontrar bastantes si nos dábamos un paseo por la noche. El método que utilizamos para localizar a los especímenes fue el de avistamiento por brillo de ojos. Los licósidos no son arañas que construyen tela, todo lo contrario: estas
se van de caza. Para ello precisan de unos ojos que las ayuden a moverse en terrenos pedregosos a veces en completa oscuridad en busca de sus presas. Como muchas arañas, poseen ocho ojos, pero dos de ellos son descomunales comparados con los otros seis. Al enfocarles con un haz de luz en plena oscuridad, estos ojos la reflejan, como los animales que se ven en las carreteras de noche. El brillo de sus ojos solo lo ve el que dirige el haz de luz, o sea, el que, en este caso, lleva el frontal.
Observamos muchos individuos de Lycosa hispanica y Hogna radiata jóvenes, pero también algunos otros adultos descomunales. Nos llamó la atención este hecho, ya que en Yeste prácticamente todas eran grandes, sin individuos jóvenes o de menor tamaño.
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Lycosa hispanica, ejemplar hembra de gran tamaño. |
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Lycosa hispanica |
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Hogna radiata |
Fue inevitable detenernos a observar otros artrópodos, no solo arañas lobo, que también nos llamaron la atención. Uno de ellos fue una hembra de luciérnaga, concretamente de la especie
Nyctophila reichii. Recuerdo, hace bastantes años ya, encontrarme una larva de luciérnaga en un jardín de Chinchilla, pero no había tenido la oportunidad de observar ninguna más; además, esta era una hembra iluminando. Una pasada. La sorprendió Rafa agarrada a una brizna de hierba, iluminando tenuemente con ese característico resplandor verdoso. Me llamó la atención que, a pesar de las fuertes ráfagas de viento que soplaban en el momento de la observación, la luciérnaga seguía emitiendo luz.
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Nyctophila reichii |
Otro coleóptero que vimos varias veces fue el
escarabajo Blaps, probablemente
B. gigas o
lusitanica. Los encontramos en medio de caminos o en zonas sin vegetación, con la cabeza inclinada al suelo. Alguien nos dijo que un estudioso de los tenebriónidos (familia de escarabajos a la que los
Blaps pertenecen)
le había contado que, en el desierto, algunas especies adoptan esta posición para que, al llover, el agua les resbale por el exoesqueleto hacia la boca. En Internet también leímos que esto es una postura defensiva: levantan la parte posterior del abdomen para que las glándulas que expelen un líquido desagradable queden más cerca de los posibles depredadores. Personalmente, me parece más razonable la primera opción, ya que: 1) avistábamos a los ejemplares en dicha posición desde lejos, a unos metros antes de llegar a ellos, y observábamos que ya se encontraban así antes de acercarnos nosotros, y 2) el cielo amenazaba tormenta, aunque al final no cayó nada. Estos escarabajos son comunes en la sierra y muchos aparecen ahogados en abrevaderos con fines cinegéticos.
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Blaps sp |
En otra zona descubrimos un macho de
chinche adornada (Eurydema ornatum), un bonito y minúsculo insecto que parece hecho de porcelana.
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Eurydema ornatum, ejemplar macho. |
También vimos un adulto de
hormiga león (Myrmeleon cf formicarius) posado en una ramilla. La abundancia de pequeños rodales de arena en esta sierra favorecen su proliferación.
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Myrmeleon sp |
Entre cada observación de una especie de insecto, se producían tres o cuatro de arañas lobo. Dirigí a mis amigos a una hondonada que he visitado varias veces donde, bajo una piedra enorme, encontramos dos nidos de
Uroctea durandi, una araña mediterránea de característica forma. El abdomen, pentagonal y negro aterciopelado, posee cinco puntos amarillos, uno en cada vértice. Uno de los puntos, el de la parte posterior, en ocasiones es casi inexistente. Construyen un nido en forma de bolsa aplanada desde el cual atrapan a sus presas.
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Uroctea durandi |
Ya casi de vuelta, otro arácnido nuevo: los ojillos de una pequeña
Drassodes brillaron en medio de un camino, y hacia ella nos dirigimos para verla y fotografiarla.
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Drassodes sp. |
Ya quedaban pocos metros para llegar al coche, pero seguían apareciendo animales en medio del sendero. El que faltaba, además, ya que no podíamos marcharnos de la Sierra sin verlo: el
solífugo (Gluvia dorsalis), viejo conocido en este blog.
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Gluvia dorsalis |
Los demás se quedaron fotografiándolo, mientras yo me dirigía a una zona bajo los pinos donde brillaron unos ojos de araña. Era una
Hogna radiata que parecía mirarnos desde allí, como si tramase algo. Al enfocarla con el frontal, dio la casualidad de que una mosca se acercó a la luz caminando sobre las acículas de pino. En aquel momento supe que podría presenciar algo muy interesante: la cacería de una
Hogna en su medio natural. La
Hogna lo notó e intentó capturarla, sin éxito, porque la mosca era mucho menor y caminaba por debajo de las acículas y luego volvía a salir por otro lado. Unos segundos después, la mosca revolotéo muy cerca de la araña, y ésta levantó sus dos pares de patas delanteras, agarrándola en el aire con las patas, los pedipalpos y los quelíceros. Acto seguido, se dio la vuelta y se fue corriendo, deteniéndose un momento antes de irse, como sin saber qué hacer o como sin creerse que ya había conseguido una cena. Llamé a mis amigos antes de que la araña se escondiera, pero fue demasiado tarde.
El último animal que vimos fue un centípedo (y ahora que escribo esta palabra, me sorprende que no viéramos ninguna
Scolopendra, sabiendo lo que abundan en la zona), una
escutígera o ciempiés casero (Scutigera coleoptrata).
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Scutigera coleoptrata |
:) ¡Vaya paseo más fructífero!
ResponderEliminarArañas que parecen sacadas de una peli de terror, luciérnagas encendidas (llevo dos veranos sin verlas ni tampoco a las temibles escolopendras), chinches de porcelana de poeta :), y mi amigo Blas :D que viene a la piscina para suicidarse (y no siempre estoy para salvarlo. :( )
Una vez más, gracias por compartir eso con nosotros :))
Un abrazo
vaya pasada, como habria disfrutado con vosotros alli! preciosas fotos, un abrazo desde England!
ResponderEliminarJo, lo que se aprende contigo. Eres genial, veo que tus relatos siguen siendo tan entretenidos, es casi como si fuera contigo..., aunque ya me gustaría a mí participar en esos paseos de caza...
ResponderEliminarY pensar que a muchos le espeluznaría ver tan solo uno de estos ejemplares!
Me alegra ver la cantidad de vida natural nocturna que hay!
Gracias Guillermo, de alguna manera, eres un maestro para mí.
Un abrazote.