Tras el arañerío del otro día (y creedme, lo que más hay son dípteros e himenópteros, pero son muy difíciles de pillar; de hecho, lo que se oye aparte del canto de los pájaros y el ladrido de algún que otro perro de la calle, son los zumbidos ininterrumpidos de todos los insectos que se acercan a beber agua), os presento ahora a los vertebrados. La fauna vertebrada de este patio chinchillano es la que uno se encontraría fácilmente en cualquier pueblo ibérico.
Hace unos cuatro años, tuve la suerte de recibir la visita de una pareja de golondrinas (Hirundo rustica) que decidió asentarse bajo una vieja viga y desde entonces, todas las primaveras y veranos, reforman el viejo nido y llegan a tener hasta dos puestas, una en abril-mayo y otra en julio. El año pasado cambiaron el nido de lugar, pero no les gustó y volvieron al sitio de siempre.
Pollada de Julio de 2011. |
Al poco de amanecer, los padres ya andan buscando alimento para los polluelos. Al llegar al nido los padres con la comida, los pequeños levantan las ciegas cabezas con el blando y amarillento pico abierto de par en par. Los jóvenes se desarrollan rápidamente y de las vocecitas de recibimiento de la comida pasan a un griterío general algo incordiante (¡me despiertan siempre chillando a las siete de la mañana!). A las dos semanas y media aproximadamente, son capaces de hacer pequeños viajes desde el nido a posaderos cercanos. De hecho, resulta que justo hace unos días han empezado a salir ya y los pequeños se posan en las vigas, los capiteles, se esconden detrás de las macetas, suben, bajan, revolotean, se estampan, chillan, llaman, revolotean otra vez, etc. Con curiosidad observan a los habitantes de la casa, que miran a las pequeñas golondrinas posadas en la barandilla del balcón con igual gesto de curiosidad.
Las golondrinas nos dejan en la migración otoñal. Un día, simplemente, dejan de oírse sus gorjeos y resulta que ese día cae en sábado y me levanto tarde por la mañana porque no me han despertado sus chillidos al poco de amanecer. Se marchan muy al Sur, más allá del Sáhara, y el patio vuelve a quedar en silencio, frío y polvoriento, hasta la primavera siguiente.
Algunas aves que se han adaptado recientemente a los núcleos urbanos pueden llegar a aparecer. No en mi patio, pero sí en el de la casa de al lado, abandonada desde hace pocos años, y derruida en algunas zonas (¡ahí sí que tiene que haber nidos de golondrina a tutiplén!) ha anidado esta primavera una pareja de colirrojos tizones. La hembra se podía ver todavía hace unos días alimentando a la volantona, que ya estaba bastante grande. Al poco tiempo, la volantona ya se ponía a cantar en los tejados de alrededor del patio y podíamos oír su canto, como arrugado, en los tejados, aleteando nerviosa.
Durante el paso de invernantes, es fácil ver colirrojos curiosos que bajan al suelo a observar y a buscar alimento. En otras ocasiones, los mirlos, que anidan en un parque cercano, también bajan y curiosean bajo el saúco, supongo que es lo que más atrae del patio, por ser un arbusto grande, en busca del alguna baya, pero no encuentran ninguna casi nunca. El ciprés, alto y un poco inclinado en su punta, ha albergado hordas de gorriones ruidosísimos y picoteadores de macetas.
Lo mejor es colocar cajas nido para atraer más aves, colocar comederos y platos con agua en épocas de carestía.
Los vencejos sobrevuelan todas las mañanas y todos los atardeceres el pueblo, y a veces algún inexperto jovenzuelo cae sin remedio al suelo del patio... Suerte que siempre llega alguien a tiempo para lanzarlo de nuevo al aire, porque, como sabéis, cuando un vencejo cae al suelo no puede despegar de nuevo...
Al atardecer, ya comienzan a salir las omnipresentes salamanquesas (Tarentola mauritanica) de grietas, agujeros, tejas rotas...
Se pasan las noches de verano trepando por tapias y rocas en busca de insectos atraídos por la luz de las farolas. De hecho, no niego que alguna vez haya encendido la luz del patio a propósito, para verlas devorar polillas y mosquitos...
De pequeño, me fijé en que algunas de ellas tenían puntos rojos entre los dedos. Buscando sobre ese tema, descubrí que hay ácaros del género Geckobia que acostumbran a parasitar estos gecos, normalmente se enganchan en dedos, tímpano y pabellos auditivos:
Aish, que voy a durar poco aquí enganchá... |
Las golondrinas nos dejan en la migración otoñal. Un día, simplemente, dejan de oírse sus gorjeos y resulta que ese día cae en sábado y me levanto tarde por la mañana porque no me han despertado sus chillidos al poco de amanecer. Se marchan muy al Sur, más allá del Sáhara, y el patio vuelve a quedar en silencio, frío y polvoriento, hasta la primavera siguiente.
Algunas aves que se han adaptado recientemente a los núcleos urbanos pueden llegar a aparecer. No en mi patio, pero sí en el de la casa de al lado, abandonada desde hace pocos años, y derruida en algunas zonas (¡ahí sí que tiene que haber nidos de golondrina a tutiplén!) ha anidado esta primavera una pareja de colirrojos tizones. La hembra se podía ver todavía hace unos días alimentando a la volantona, que ya estaba bastante grande. Al poco tiempo, la volantona ya se ponía a cantar en los tejados de alrededor del patio y podíamos oír su canto, como arrugado, en los tejados, aleteando nerviosa.
Curiosa, me miraba escondida tras el canalón. Cerca estaba el viejo nido y de vez en cuando venía la madre a alimentarla. |
A la sombra a mediodía, que hace mucho sol... sin alejarse mucho del canalón. |
Durante el paso de invernantes, es fácil ver colirrojos curiosos que bajan al suelo a observar y a buscar alimento. En otras ocasiones, los mirlos, que anidan en un parque cercano, también bajan y curiosean bajo el saúco, supongo que es lo que más atrae del patio, por ser un arbusto grande, en busca del alguna baya, pero no encuentran ninguna casi nunca. El ciprés, alto y un poco inclinado en su punta, ha albergado hordas de gorriones ruidosísimos y picoteadores de macetas.
Lo mejor es colocar cajas nido para atraer más aves, colocar comederos y platos con agua en épocas de carestía.
Los vencejos sobrevuelan todas las mañanas y todos los atardeceres el pueblo, y a veces algún inexperto jovenzuelo cae sin remedio al suelo del patio... Suerte que siempre llega alguien a tiempo para lanzarlo de nuevo al aire, porque, como sabéis, cuando un vencejo cae al suelo no puede despegar de nuevo...
Al atardecer, ya comienzan a salir las omnipresentes salamanquesas (Tarentola mauritanica) de grietas, agujeros, tejas rotas...
Se pasan las noches de verano trepando por tapias y rocas en busca de insectos atraídos por la luz de las farolas. De hecho, no niego que alguna vez haya encendido la luz del patio a propósito, para verlas devorar polillas y mosquitos...
De pequeño, me fijé en que algunas de ellas tenían puntos rojos entre los dedos. Buscando sobre ese tema, descubrí que hay ácaros del género Geckobia que acostumbran a parasitar estos gecos, normalmente se enganchan en dedos, tímpano y pabellos auditivos:
Si os interesa conocer los entresijos de un jardín, os recomiendo visitar el blog de Jesús Dorda, donde cuenta las peripecias de la naturaleza de su jardín en plena Sierra de Guadarrama.
Genial Guille!
ResponderEliminarEntrañable la foto de los pollos de golondrina..., la verdad es que es toda una maravilla tener cerca nidos de estas aves, y disfrutar con sus vuelos, revoloteos, crianza... (Y la de insectos que se zampan!)
Da gusto ver con qué pasión nos relatas tus experiencias, me ha encantado!
Un abrazo.
Precioso todo, hace años que no veo anidar a las golondrinas debajo de los aleros y el caso es que haberlas hay.
ResponderEliminarUn saludo.
Otra muestra de la diversa fauna que puede habitar en cualquier patio de nuestras casas y, que poco, debido a los nuevos estilos arquitectonicos y a los nuevos materiales que se usan en la construcción, van desapareciendo.Recuerdo que hace unos años era rara la casa en la que no anidaban las golondrinas. Hoy día esto se va perdiendo, es una pena.
ResponderEliminarSaludos
Qué suerte ser despertado a las siete de la mañana Guillermo, porque a mí, nada más amanecer el pueblo la chicharra del colirrojo tizón, las golondrinas, los vencejos comunes y los reales, los gorriones…en fin, todo el repertorio de voces de esta peña ya no me dejan dormir; sin embargo, los prefiero al camión de la basura por la noche o, los coches que pasan por mi calle en la ciudad.
ResponderEliminarUnas fotos muy guapas, las golondrinas y el colirrojo tizón son unos compañeros de auténtico lujo, cuídalos.
Saludos.
Magníficos tus dos reportajes sobre la fauna de tu patio :)
ResponderEliminarMe dais mucha envidia los que tenéis golondrinas, que lo sepáis, jajaja XXD
Siempre he querido tenerlas, desde pequeña, pero no les gusta mi minúsculo balconcito ni mi patio ni mis cuartillos de los chismes... sniff... no me quieren...
Mi amiga hace años que recibe la visita de una parjea (¿son siempre las mismas, son los hijos de la puesta del año anterior? no sé del tema...) pero siemrpe vuelve una pareja de golodrinas y rehace el nido viejo. Lo malo es que hacen el nido muy del termo de gas :o
Mi amiga y el padre quitaron el nido viejo a ver si lo hacían al año siguiente en otro sitio menos peligroso, pero volvieron a hacerlo ahí... puede que les guste porque ese sitio está más caliente por la cercanía del termo.
Algunas veces me ha enseñado a las crías mientras estaban en el nido adormiladas... son un encanto.
Mi patio recube últimamente la visita de un pájaro más bien grande y muy negro, pero siempre alcanzo a verlo sólo de refilón porque nada más aparecer alguien se va. Le gusta el rosal blanco, no sé por qué, siempre se posa por ese sitio.
Por lo demás, tengo caracoles para todos los gustos y colores... lo peor es que me da pena matarlos y todos los años se ponen como el kiko comiéndose mis cactus epífitos. Es más, encontré este año
una pareja de ellos que se ve que les pilló el calor fuerte sin poderse guarecer de él(durante la ola de calor aquella de finales de primavera, que aún quedaba alguno),y estaban pachucos e inmóviles... me dio tanta pena que los meti debajo del grifo y despertaron lentamente. Luego se llevaron varios minutos bebiendo ávidamente en la palma de mi mano... aquí una cosa que siempre consigue hipnotizarme, no sé por qué, ver comer y beber a un caracol. Al final los solté en una maceta grande, total, por unos cuantos agujeros no se notaría mucho XD
Saltamontes hay algunos también, y de mariposas, las del geranio (vienen al geranio, obviamente) y las de la col, completamente blanca (adoro estas mariposas)y a veces alguna araña saltarina (algunos viejos de mi pueblo las llamaban "guardia-saltos" cuando yo era pequeña XD)lagartijas o un saltamontes. Estos últimos también me gustan, aunque prefiero verlos de lejos...
Las abejas, en cambio, el primer año que tuve cinerarias abundaban alrededor de ellas, y ahora es raro ver alguna avispilla pequeña rondando... les tenía pánico, pero he acabado echándolas de menos (creo que la calidad de mis cinerarias ha bajado desde que no están, aunque puede que sea impresión mía).
Bueno, que me enrollo como las persianas XD
¡¡Saluditos!!
Rosa.
No he visto la segunda parte de este tema hasta hoy. Pasé unos días de vacaciones en esa semana y me lo había saltado.
ResponderEliminarGracias por la recomendación.
Saludos.
Yo quiero tener un patio!!!
ResponderEliminarCómo molan las golondrinitas. No te quejarás, estás entretenido.
Saluditos!