Hace un mes, en uno de los primeros paseos que empezamos a dar durante el confinamiento por Chinchilla, encontramos varios ejemplares del tenebriónido Akis genei trepando lentamente por el canto de un muro de la calle. Me fijé con atención. Para mi sorpresa, con la lupa de la cámara observé un curioso comportamiento alimenticio que no dudé en grabar para registrarlo. Los tenebriónidos son famosos por su capacidad de adaptación en lo que respecta al alimento: pueden alimentarse de excrementos, animales muertos, restos vegetales, hongos... pero jamás me habría imaginado que, con sus mandíbulas, los Akis son capaces de rascar el cemento viejo para arrancar grandes pedazos de talo de líquenes crustáceos para ingerirlos con avidez. Parece que la naturaleza nunca deja de sorprendernos.
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