Yo quería visitar un pueblo de la provincia de La Coruña llamado San Andrés de Teixido, una bella aldea situada casi al borde de unos acantilados junto al mar, en el municipio de Cedeira. Supongo que fue una promesa que me hice a mí mismo pensada a raíz de leer el libro que menciono arriba. Para quitarme la hincha, fuimos Alfonso y yo el quinto día, el 29 de julio de 2017. Es curioso, pero dentro de la Península Ibérica, San Andrés de Teixido es el lugar más lejano de mi casa que he visitado. Teníamos previsto pasar el día por la zona y bichear con tranquilidad. Primero, visitamos su famoso santuario, la capilla de San Andrés, famoso lugar de peregrinación, también conocido como "la capilla del fin del mundo". Tomamos unas fotos, comimos en
"Os Loureiros" (100% recomendable) y nos dispusimos a explorar la zona. Subimos una callejuela que se internaba por un sendero entre arbolillos, hacia
O cimal da costa. El camino era umbrío, húmedo, lleno de helechos y tábanos que se nos posaban en el cuello y a mí me picaron. Había florecillas, como malvas y poleo, y helechos como la lengua de ciervo
(Phyllitis scolopendrium).
El sendero subía y subía, entre fentos y muretes de rocas oscuras. Por el suelo saltaban decenas de saltamontes, acrídidos que aún no he identificado. Había grandes laureles, avellanos, alisos, sauces y pinos en torno al camino, que atravesaba algunas huertas y establos.
Conforme avanzábamos hacia lo alto de la ladera, la floración de los brezos y el tojo nos sorprendía. Tuvimos que descansar varias veces, porque el sol se colaba entre las nubes y nos acalorábamos en seguida. Había abejorrones libando sus flores y dípteros diversos. De vez en cuando, veíamos algún lepidóptero, como una C-blanca
(Polygonia c-album). De repente, en medio del camino, nos encontramos un pequeño animal muy curioso, que resultó estar muerto; era un pequeño escarabajo reluciente llamado
Trypocopris pyrenaeus. Nunca lo había visto.
|
Trypocopris pyrenaeus |
Finalmente, llegamos a la parte superior de la ladera, donde nos encontramos con un curioso paisaje. Se notaba que estábamos a unos 100-200 m sobre el nivel del mar, que quedaba a nuestras espaldas. Los tojos crecían aquí y allá, y también algunos pinos, que se agrupaban más densamente delante de nosotros, al otro lado de una carretera. Un ruido ensordecedor nos mantuvo alerta, pero solo se trataba de una caravana de motocicletas que iban hacia San Andrés de Teixido. Una vez hubo pasado semejante y curiosa manada, cruzamos al otro lado. Entre los pinos de Monterrey y los marítimos, volaban algunas tarabillas, y la hierba estaba cuajada de setas de varias especies. A lo lejos, había un grupo de caballos.
|
Thymus cf longicaulis.
De aspecto achaparrado por estar muy expuesto a los elementos y el ramoneo. |
|
Pinos y hongos. |
|
Russula sp. |
Tras un paseo entre los pinos, levantando piedras y encontrando interesantes babosas y miriápodos, volvimos sobre nuestros pasos para contemplar en panorama del Atlántico y los cortados coruñeses del entorno de San Andrés de Teixido.
|
Dianthus sp. |
|
Cucaracha del género Phyllodromica. |
|
San Andrés de Teixido. |
|
Erica vagans. |
El viento empezó a arreciar con más fuerza. Entre las grandes rocas de aspecto arcilloso y los milladoiros, encontró Alfonso una curiosa huella, sin duda, del famoso y desconocido "Niño de Teixido".
"El Niño de Teixido es un ente que habita en los alrededores de la aldea de San Andrés de Teixido, en Cedeira. Hace muchos años, una familia de fama que vivía en la zona, se dió cuenta de que uno de sus hijos no acudía a la mesa. Cuando entraron en el dormitorio, no le encontraron. Lo buscaron por toda la zona, hasta en el mar, sin dar con él. Todos aportaron pruebas de que había sido capturado por una meiga, otros juraban haber visto la Santa Compaña acompañando al niño... Temiendo lo peor, lloraron su ausencia y al tiempo se ofició en el santuario de la aldea una misa en memoria del joven. Lo cierto es que el Niño de Teixido, que así fue llamado desde que empezó a realizar tropelías en la zona, no había muerto. Sintiendo la llamada de los montes y los bosques, se había fugado de casa. Cuando todos los aldeanos acudían a misa, el Niño de Teixido, envuelto en ramas de laurel y de avellano, entraba en las alacenas y los armarios donde se almacenaba la comida, se atiborraba y huía a los montes. Entre los tojos, comía con sus gruesos y cortos dedos crujientes escarabajos brillantes. Su aspecto, deformado por la vida salvaje, cubierto de un denso y largo pelo en la curva espalda, no recordaba ya al aspecto humano que un día había tenido. Más de una vez, los peregrinos que acudían a San Andrés de Teixido le habían sorprendido acurrucado entre los milladoiros y, al darse cuenta de que era observado o incluso apuntado con un arma, arrugaba el rostro y suurraba con su voz baja siseante: "¡Teixido! ¡Teixido!". Durante siglos, el Niño de Teixido, convertido en espíritu travieso y juguetón, ha robado comida y lanzado piedras en la zona, y así será durante muchos años más."
|
Huella del Niño de Teixido. Suponemos que son dos huellas de animales superpuestas. |
Como la luminosidad se iba reduciendo y la nubosidad, aumentando, decidimos volver a la aldea. Anduvimos de vuelta por el mismo camino que habíamos subido un rato antes, esta vez, más rápido y menos cansados, pero viendo menos cosas. Nos sorprendió pasar por donde habíamos visto el Trypocopris y encontrar decenas de ejemplares de esta especie muertos que no habíamos visto en la subida. Fue raro, no entendemos por qué. Supongo envenenamiento, porque esa concentración de insectos muertos no era normal. Observamos también un par de busardos ratoneros (Buteo buteo) sobre los eucaliptos.
|
Bombus pascuorum. |
|
Merendera, me recuerda a Merendera montana, pero su floración me pareció muy temprana
comparada con la de las que crecen en Albacete, que suelen hacerlo a partir de septiembre.
Supongo que el otoño ya estaba a la vuelta de la esquina en esta zona de España. |
|
Un bonito saúco creciendo junto al camino. |
|
Oruga de Aglais io. |
Así acabó la jornada de bicheo por La Coruña, por Cedeira, donde vimos y vivimos tantas cosas buenas. Aún quedaban tres días de paisajes maravillosos por la bella y mágica tierra de Galicia, junto a mi querido amigo Alfonso, y no parecíamos quedarnos sin ganas de explorar más...
Yo te invito a pasarte por Quireza, el pueblo natal de mi familia donde el monte nos sobra.
ResponderEliminarAdentrandote en las profundidades he llegado a encontrar alguna zorra, varios rapaces y sobretodo las bestas que recorren las laderas de galicia.
Asi que, cuando quieras preparamos las camaras y ponemos un nuevo rumbo 😉
Bonitos parajes y provechoso día. Una entrada en la que nuevamente, ha sido un placer seguirte los pasos.
ResponderEliminar