"Desde la cima de la arenosa loma, vimos una llanura ondulante, limitada tan solo por el horizonte, completamente cubierta por hierba corta, agotada por soles de verano y manchada de vez en cuando por la sombra de los tristes arbustos. Era un desierto que había sido siempre un desierto y por tal razón la más dulce de las escenas, su antigua quietud interrumpida solamente por el reclamo de algún ave o los gorjeos de pájaros pequeños. Para mí no hay nada más delicioso como ese sentimiento de alivio, de desahogo y libertad absoluta que se experimenta en una vasta soledad donde el hombre tal vez nunca ha vivido, o por lo menos no ha dejado rastros de su existencia."
Días de ocio en la Patagonia. 1893.
Guillermo Enrique Hudson (1841-1922)
Guillermo Enrique Hudson (1841-1922)
"El domingo a las diez de la mañana el hombre nos dice que es lo que piensa de sí mismo" decía Klosmer. El ocio bien entendido, lejos de ser una colección interesante de actividades, una anestesia contra el trajín laboral y el tedio de la rutina o un recurso para la huída, es ese espacio y esa calidad de tiempo en la que nos encontramos con nosotros mismos y los demás sin cortapisas. Lo primero, en soledad y en plena naturaleza tal y como describe este precioso texto, sin duda, halla buen camino.
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