sábado, 29 de julio de 2023

Mis vecinas las salamanquesas

Tengo el patio un poco abandonado, pero la otra noche salí un momento al fresco. En los revoltones del porche y en las paredes, junto a los faroles, encontré varios ejemplares de los animales más carismáticos que corretean por las paredes: las salamanquesas comunes (Tarentola mauritanica). Son reptiles muy urbanos que se han adaptado a los grandes muros de pueblos y ciudades en buena parte del Mediterráneo. En mi zona, es fácil ver estos gecos en torno a las farolas de las paredes, por la noche. A veces se ven muchos individuos en torno a ellas. 

Salamanquesa común (Tarentola mauritanica)
Las salamanquesas son animales asiduos en este blog todos los veranos, pero no puedo evitar maravillarme con su aspecto y costumbres. Recuerdo oir sus "cantos" toda la vida, desde pequeño. Un rápido "crujido" seguido de un pequeño cacareo sordo: ¡Kjjjt! Koro-koro-koro. Es una especie de canto que los gecos emiten para comunicarse entre ellos. No he encontrado ningún estudio al respecto, quizá sea un reclamo para indicar la presencia del macho en su pequeño territorio o qué sé yo.

Salamanquesa común (Tarentola mauritanica) en el techo.
Estos animales son la mar de beneficiosos, aparte de ser totalmente inofensivos. Se alimentan de decenas de mosquitos, moscas, polillas, etc. cada noche. Fijaos en la punta de sus dedos en forma de disco. En la superficie inferior de estos dedos, cuentan con unas laminillas que les permiten adherirse prácticamente a cualquier superficie.
Salamanquesa común (Tarentola mauritanica)
A pesar de algunas leyendas falsas sobre estos pequeños animales, las salamanquesas prosperan junto a nosotros, mientras permanecemos ajenos a los beneficios que nos aportan. 

En mi libro favorito, Industrias y andanzas de Alfanhuí de Rafael Sánchez Ferlosio (1951), cuando el joven protagonista llega a la villa de Madrid en su viaje, las salamanquesas hacen su aparición. Ferlosio las describe con cariño, bajo el manto del realismo mágico de esta novela única:

Alfanhuí abrió la ventana de su cuarto. Una mañana limpia en los balcones de Madrid. Era fiesta. Alfanhuí miró hacia arriba. El alero estaba cerca de su ventana. Asomaban las puntas de las vigas, pintadas de marrón descolorido, como taruguitos de madera resquebrajada. Encima se veían las tablas que sujetaban las tejas, arqueadas por la lluvia. Habían perdido, con el tiempo, todos sus nudos y dejaban rendijas entre una y otra, guaridas de gecos. Alfanhuí se acordó de los gecos de su casa que daban su gritito al oscurecer y salían a cazar moscas, tarantuleando por las paredes, tan vivos y espantosos. Mucho más bonitos que las lagartijas, pensó, a pesar de su gris sucio y sus verrugas; con sus ojitos de mochuelo que miran a distintas partes, siempre abiertos de par en par, con su cabeza ancha y guasona; con sus manitas de discos diminutos, como lentejuelas enhebradas. Amantes de la oscuridad, salen a la hora del crepúsculo, perezosos, como restregándose los ojillos después del sueño. Pronto se espabilan y son los más ágiles, los mejores trepadores, compañeros de las arañas con las que comparten el cupo de moscas de cada verano. Sus mejores guaridas son las barrigas de los lucidos, entre la cal y el ladrillo, de algunas casas mal hechas. Nadie sabe que sus colores son maravillosos. Porque han tomado el hábito de monjes ermitaños cuando se les ha pegado el polvo de los descanes. Pero el día de su muerte, si se pudren al sol, rezuman de sus barriguitas prodigiosos tornasoles verdiamarillos y un olor a heno, higos y almizcle, como un olor de santidad. Cuando nacen, son blancos y temblorosos como los pichones. Luego, su metamorfosis es como la de los cervatillos o los jabatos y se visten de pintas oscuras, hasta que toman los hábitos de su religión y se van a vivir a las cuevas, en madura edad. ¡Cuántos gecos había en casa del maestro, cuántos en casa de su madre! Eternos compañeros del sereno, cuando a puestas de sol, baja el escalofrío de la noche.

Salamanquesa común (Tarentola mauritanica)

4 comentarios:

  1. This is a beautiful, and very interesting post, Guillermo. Ferlosio's words are an absolute delight, as are your photos. It is 17 years since I last saw a Gecko - they were on Corsica.

    Best wishes - - - Richard

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  2. Nice book and unknown for me, I will jot it down for a future. By the way, nice comments about our "Dragon Walls"

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  3. So now you have your new project, Guillermo, to analyze the vocalizations of Geckos! Be sure to let me know where it is published! Thanks for the introduction to Rafael Sánchez Ferlosio. Wonderful, descriptive prose. Good literature is food for the soul. Un abrazo - David

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  4. En mi jardín y paredes de casa hay muchas, para mí son muy importantes. Besos.

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