Esta mañana, mientras barría el patio, he detectado un nido de arañas sin veneno, Uloborus walckenaerius (familia Uloboridae) en una rama del espino albar. Es una especie habitual en zonas cálidas de Europa, siendo común en el Mediterráneo y en parte de Centroeuropa, hasta la mitad sur de Gran Bretaña. Todos los años veo varias, casi siempre en verano, entre mis plantas.
Por supuesto, la respeto y la dejo ahí. En mi casa no se matan arañas. Principalmente por ser artrópodos muy útiles. Si ya tenemos suficiente aguantando mosquitos y otros insectos molestos, cargarnos las arañas sólo haría aumentar a los animales pesados. Y también porque les tengo cierto cariño. Cuando veo una araña, pienso en qué culpa tendrá el pobre animal de que la haya encontrado ahí: "Perdón por asustarte, no sabía que el simple hecho de ser vista podría significar mi muerte", leí en un reel de Instagram en defensa de las arañas. Si aparecen dentro de casa, las recojo con cuidado y las libero fuera en el patio.
En el nido de Uloborus, había unas cien arañitas minúsculas, más pequeñas que un grano de sésamo, quietas en la tela. A su lado, una hembra adulta, presumiblemente la madre de todas ellas, permanecía quieta, con su típica posición con las patas estiradas.
Uloborus walckenaerius, hembra. |
Uloborus walckenaerius, hembra. |
Uloborus walckenaerius, hembra. Vista inferior. |
Crías de Uloborus walckenaerius. |
Esta familia de arañas no cuenta con glándulas de veneno, por lo que capturan pequeños insectos con fuerza y los envuelven en seda a toda velocidad para evitar que escapen. Además, su seda está cubierta de nanofibras en vez de una sustancia adhesiva, que es lo que se adhiere a los insectos que caen en la telaraña.
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