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martes, 20 de noviembre de 2018

Una visita a la Sierra de Crevillente (A)

    Aunque esta entrada viene con más de dos meses de retraso, esta tarde me ha venido a la mente aquel viaje que realizamos Ismael Ortiz, Juanjo Lucas y yo al sureste ibérico, en busca de fauna, flora y gea. Esta excursión la realizamos el 2 de septiembre de este año.
    El primer lugar donde aterrizamos fue una curiosa cantera llamada "de los Serranos", cerca de Albatera, rodeada de una serie de laderas, cortados y colinas altas cubiertas de arbustos resecos y algunos pinos carrascos, donde encontramos diversas especies de animales y alguna que otra planta que nos llamó la atención. Sin embargo, las estrellas de la zona eran las mineralizaciones de cuarzo hialino con clinozoisita. Aunque llegamos bastante pronto, en seguida el sol comenzó a abrasarnos la piel...
Recién llegados al lugar, en un sendero de tierra gris rodeado de albaidas secas, efedras, romero...
El paisaje de gran parte de la provincia de Alicante me es muy familiar...
Una vez en la cantera, que solo puedo describir como una tierra desolada y yerma, de aspecto lunar, encontramos este pequeño insecto: una hormiga o avispa de terciopelo (familia Mutilidae) hembra. Estos himenópteros producen una picadura bastante dolorosa. Las hembras no tienen alas y se desplazan por el suelo a toda velocidad. 
Esta avispa de la arena (Bembix sp.) nos estuvo siguiendo un buen rato, zumbando a nuestro alrededor,
hasta que finalmente se posó en la roca.
Libélula africana (Trithemis kirbyi), de reciente incorporación a la fauna entomológica ibérica.
    Después, cuando ya calentaba bien el sol, nos dirigimos a unos pardos cortados donde abundaban los matorrales espinosos. Entre los mismos, se veían aquí y allá, salpicando el suelo, conchas del caracol judío (Sphincterochila cf baetica) y de caracolillas Leonia mammillaris subsp. mammillaris, entre otras especies malacológicas. En este lugar, se apreciaba claramente el impacto de las actividades humanas de extracción de magnesitas, unido a la erosión de las lluvias torrenciales y la desertificación. Me recordó mucho a otro lugar que visité hace años, en los cañones del río Monnegre, también en Alicante, debido a las extensas formaciones de yeso afilado y cortante que cortaba y pinchaba al apoyarnos sobre él. Me gustó ver una adelfa (Nerium oleander) en su hábitat natural.
Tórtola europea (Streptopelia turtur), uno de los dos ejemplares que vimos.
Especie en clarísima regresión cuya caza debería prohibirse en toda la Unión Europea.
En ocasiones, los barrancos, desprovistos de vegetación, se estrechaban tanto,
que se hacía difícil transitar a través de ellos.
Adelfa (Nerium oleander) con sus frutos.
Hermosísima hembra de araña lobulada (Argiope lobata), la más grande que he visto nunca.
    Nos retiramos muy pronto a la costa murciana, en busca de un reptil que ya mostré en este blog hace unos meses, el camaleón (Chamaeleo chamaeleon). Me gustó volver aquella mañana a "bichear" en la provincia de Alicante y descubrir sus paisajes y rincones ocultos, aunque debido al intenso calor tuviéramos que retirarnos antes. Habrá que volver pronto...

lunes, 2 de abril de 2018

Un viaje al sureste

    El jueves pasado, se celebró la XXII Feria de Minerales y Fósiles de La Unión (Murcia). Juanjo Lucas me había sugerido ir con él y sus amigos Roberto y Carlos Manuel, así que decidí apuntarme, más que nada por los fósiles y por aprovechar para bichear por el sureste peninsular, donde se encuentran especies ausentes del centro ibérico. No entiendo mucho de minerales (hace tiempo que los estudié, pero me gusta escuchar y aprender), pero lo cierto es que disfruté como un enano. 
    Llegamos a La Unión unas 2 h y pico después de salir de Albacete, y entramos directamente en el espacio dedicado a la feria mineralógica. Decenas de puestos repletos de fósiles, pero sobre todo, minerales y rocas de miles de tipos se agrupaban en mesas y estantes formando un gran rectángulo en el interior del edificio del Mercado. Mientras que Juanjo adquirió una halotriquita, yo me decanté por un trozo de fronde de Alethopteris zeillerii en pizarra de una mina de León. Esta especie de pteridosperma vivió durante el Carbonífero y no es rara.
    Después de un rato en la feria, continuamos hacia la costa para realizar una pequeña ruta a pie hasta el Monte de las Cenizas, en el Parque Regional de Calblanque, Monte de las Cenizas y Peña del Águila. Allí, bajo un sol que comenzaba a abrasar mi tierna y clara piel mesetaria, se desperezaban los montes cubiertos de vegetación mediterránea.
Vegetación de las laderas de subida al Monte de las Cenizas: Pinus halepensis, Periploca angustifolia, Tetraclinis articulata, Chamaerops humilis, Calicotome intermedia, Cistus albidus, Cistus monspeliensis, Lavandula dentata, Anthyllis cytisoides, Rosmarinus officinalis, Thymus hyemalis, Viola arborescens... 
Cistus albidus
Mi querida Isla Grosa.
    En el camino de subida, Juanjo, buen conocedor de la vegetación murciana, me indicó varias especies que yo solamente conocía de oidas. Por ejemplo, la cornicabra (Periploca angustifolia), el rabogato de Cartagena (Sideritis pusilla subsp. carthaginensis) o la zamarrilla de Cartagena (Teucrium carthaginense). Atravesamos un tramo del camino desde el cual se podía observar la bahía de Portmán y su desastre ecológico. 
Cornicabra o cornical (Periploca angustifolia)
Parque Regional de Calblanque con palmitos y pinos carrascos.
Alhucema (Lavandula dentata).
Bahía de Portmán y su contaminación asociada.
    Finalmente, llegamos a la punta del Monte de las Cenizas, donde hay una batería militar instalada, y contemplamos las vistas. Había mucha gente que fue a pasar la mañana y hasta un dron que parecía una molesta mosca de metal. Tras un pequeño almuerzo a la sombra, volvimos hacia el coche, no sin antes detenernos varias veces en la Peña del Águila.
Palmito y albaida. Al fondo, a la izquierda, se ve el Mar Menor.
Frutos de Periploca angustifolia. Al fondo, el mar.
Lagartija ibérica (Podarcis hispanica).
Hembra de Odontura aspericauda. Bimbazo que encontré en un tomillo de invierno, junto al macho.
Teucrium carthaginense.
Orquídea mariposa (Orchis papilionacea).
Tomillo de invierno (Thymus hyemalis).
    Después de la ruta, volvimos a La Unión a comer un poco y reponer fuerzas. Quedaban pocas horas para que volvieran a abrir la Feria de Minerales, y para matar el tiempo nos fuimos a una cala de Portmán para ver más plantas curiosas, un lugar llamado Microrreserva del Cabezo de la Galera y Cola de Caballo. Era un lugar escarpado, lleno de bajadas y rambletas. En las ramblas, se acumulaban los arbustos de diferentes verdes, que trepaban en fila por las lomas.
Anabasis hispanica.
Limonium carthaginense.
Calicotome intermedia.
Aspecto de este segundo lugar visitado.
Arto negro (Maytenus senegalensis), especie amenazada.
    Dejamos este bello rincón atrás y nos dirigimos de nuevo a la feria de minerales. Esta vez, adquirí otro fósil, un osteíctio procedente de EEUU, y Juanjo, un yeso de color anaranjado con estructuras parecidas a espinas. Acto seguido, nos dirigimos hacia la Mina Catón, cerca de La Unión. Un lugar profundo, extraño y fresco, oscuro. Una situación nueva para mí. Atravesamos un túnel de cientos de metros casi a oscuras, iluminados únicamente con nuestros frontales y linternas. Tras una hora y pico bajo tierra, observando diversas formas geológicas como calcedonias, azufres, cuarzos y geodas, deshicimos lo andado y resurgimos como trasgos, al atardecer. Cegados por la luminosidad del atardecer cartaginés, encontramos el camino de vuelta al coche, deteniéndonos en cada cosa interesante que veíamos. 
Estalactitas en formación. Tal vez dentro de miles o millones de años,
medirán más de un metro de longitud.
Sideritis pusilla.
    Para terminar el relato de nuestra excursión a la Región de Murcia, dejo por aquí el link a la entrada que ha hecho Juanjo, desde el punto de vista geológico.

jueves, 25 de enero de 2018

Tras las huellas de la Naturaleza en Villamalea

    Hay zonas en mi provincia que tienen un pasado geológico la mar de interesante, lo que se traduce en paisajes sorprendentes (a la vista está la entrada anterior). Es, también, el caso de la Cueva de los Ángeles, por donde mi amigo Juan Pablo López Aracil quiso llevarme el pasado lunes 15 de enero. Esta visita fue un regalo que quiso hacerme el bueno de Pablo y lo cierto es que considero que el mero hecho de disfrutar de su compañía y escucharle hablar tanto de la Naturaleza como de la vida en general ya es un regalo de valor incalculable. 
   Bueno, que me pongo ñoño... ¿Por dónde iba?
   La Cueva de los Ángeles está en Villamalea, siendo un lugar bastante conocido en la provincia, un rincón del que había oido hablar (creo que una vez vi un reportaje sobre este lugar en la difunta "TVA"). Atravesando colinas cubiertas de romero, tomillo, pinos y carrascas, llegamos a un lugar que califico de "onírico". Una enorme grieta en la tierra albergaba una pequeña cascada que vertía sus lágrimas interminablemente en un pequeño lago azul, todo ello rodeado de paredes repletas de culantrillos (Adiantum capillus-veneris), musgos verdes de brillos refulgentes bajo las hiedras, amantes de la humedad, y hepáticas. Se me olvida decir que antes de llegar a la Cueva, nos detuvimos primero ante dos enormes quejigos (Quercus faginea) junto a una casa abandonada. En torno a los árboles, había terrazas con granados, olivos y pequeños quejigos cuya procedencia sin duda habría que achacar al par de robles más grande.
Quercus faginea. Parece como si al ejemplar de la izquierda no lo hubieran podado nunca, en cambio, las ramas tan verticales del de la derecha me sugieren que alguna vez llegaron a podarle. El suelo en torno a los dos robles estaba lleno de conchas de Sphincterochila candidissima de todas las edades.
Cueva de los Ángeles.
Paredes de roca viva, con formas curiosas, cubiertas de musgos, hepáticas y helechos (Adiantum capillus-veneris).
Fronde de culantrillo (Adiantum capillus-veneris).
    En el lugar, si uno accede con extrema preocupación, se puede entrar en una estrecha estancia, junto al agua, donde resuena el chapoteo del agua que corre por las paredes que se amplían, como estalagmitas que ya llegaron al techo. Como estaba tan oscuro en el lugar, lancé el flash y la cámara captó la siguiente imagen:
Curiosas formaciones de roca caliza.
    Tras admirar las diversas formaciones geológicas de curiosas formas, cubiertas de musgo, salimos de la enorme grieta en la tierra para continuar por un sendero que la recorre, hacia un pequeño caserío donde solo nos recibieron los rebuznos de un burrito y un gato blanco que nos siguió durante bastante tiempo. Mientras, nos maravillábamos con las especies de flora y fauna que íbamos descubriendo. Por ejemplo, un joven olmo (Ulmus minor) que, aun sin hojas, tenía aún las agallas secas producidas por Eriosoma lanuginosum (id. Pablo López Aracil), o las galerías del coleóptero Scolytus, en un árbol seco. También vimos algún pajarillo, petirrojo (Erithacus rubecula), mito (Aegithalos caudatus) y pinzón vulgar (Fringilla coelebs).
Hepáticas sin identificar.
Galerías de Scolytus. Estos túneles los realizan bajo la corteza, solo cuando ésta cae o la arrancamos podemos observarlos, aunque muchas veces sus efectos en la salud del árbol se observan mucho antes.
Cecidios en los foliolos de un lentisco (Pistacia lentiscus), especie vegetal que empieza a ser más común por esta zona de Albacete, más cercana a la provincia de Valencia, producidos por Aploneura lentisci.
    Como veis, incluso en invierno es posible encontrar rastros animales en el campo, por pocos que sean. Siempre me gusta buscar conchas de moluscos terrestres por algunas zonas y aquí encontré varias especies: Otala sp., Pseudotachea splendida, Sphincterochila candidissima, Rumina decollata y una que no esperaba, aunque es más común de lo que parece: Monacha cartusiana. 
Monacha cartusiana sobre una orquídea abejera Ophrys.
Rumina decollata y Pseudotachea splendida.


    Y los hallazgos no acaban aquí, pues en el camino descubrimos varias huellas de mamíferos, las más interesantes eran de tejón (Meles meles), junto con algunas de cabra montesa (Capra pyrenaica), gato, perro y humano.
Huella de tejón (Meles meles).
Coscoja (Quercus coccifera).
Enorme líquen crustáceo sobre una roca.
    Esto es, más o menos, lo que vimos y disfrutamos, nos llevamos un buen recuerdo de este bello paraje, tanto en la tarjeta de la cámara como en el cuaderno de campo. Después nos dirigimos a Casas de Juan Núñez donde disfrutamos de una buena hamburguesa de "Rambito" (hamburguesas Rambito, cuantas más comes, más te crece el pito).