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martes, 19 de agosto de 2025

La fuente de los tilos en la Hoz de Beteta

29.07.2025. La fuente de los tilos es una pequeña área recreativa con senderos que encontramos en la carretera entre Beteta y Puente Vadillos. El acceso es muy fácil y todo el recorrido incluye vegetación relíctica propia de épocas más húmedas y frescas, como denota la presenta de tilos (Tilia platyphyllos) y otras especies de árboles y arbustos caducifolios. Hicimos una pequeña ruta adaptada que nos permitió observar diferentes especies animales y vegetales. He de decir que me dio mucha alegría y satisfacción comprobar que la recreación de los bosques relícticos eurosiberianos que podemos visitar en el Jardín Botánico de Castilla-La Mancha y que está inspirada en este entorno, es prácticamente igual en lo que se refiere a composición de especies florísticas (vamos, que está muy bien conseguida) y la sensación es muy familiar. A continuación, muestro algunas fotografías que realicé en este entorno único de la provincia de Cuenca.

Asplenium fontanum, un helecho creciendo directamente sobre una gran roca.

Hipparchia fidia

Olmo de montaña (Ulmus glabra)

Helecho (Pteridium aquilinum)

Plántula de sorbo silvestre o peral de monte (Sorbus torminalis).

Hongos descomponedores en un tronco muerto.

Lagarto ocelado (Timon lepidus) juvenil.

Coenympha dorus

Ramas de pino cubiertas de líquenes Pseudevernia furfuracea.

Pudio (Rhamnus alpina)

Avellano (Corylus avellana)

Tilo de hoja ancha (Tilia platyphyllos)

Mostajo (Sorbus aria)

Agalla de Andricus quercustozae sobre quejigo (Quercus faginea).

Paredones calizos de la Hoz de Beteta.

Mostajo (Sorbus aria) sobre el río Guadiela.

Oí el canto de una paloma zurita (Columba oenas) en el roquedo y haciendo mucho zoom con la cámara, pude captarla en un pequeño abrigo.

Tilo de hoja ancha (Tilia platyphyllos)

domingo, 24 de enero de 2021

Aves en el viento de la sierra

 Ayer, a pesar del viento y las nubes que amenazaban lluvia, fuimos a unas laderas de la Sierra de Chinchilla cerca de Casa Cano que tenía ganas de visitar. Igual no es la mejor época, pues seguramente habría encontrado alguna planta en flor o algún insecto interesante que no he detectado por la zona de haber ido en primavera o verano, pero tenía vistos unos arbustos desde la lejanía que me llamaban la atención y tenía ganas de escudriñarlos (al final, resultaron ser sabinas y coscojas). El paisaje consistía en unos páramos de esparto que se elevaban y luego descendían abruptamente a la llanura, dejando ver sus estratos inclinados, como líneas rectas y grisáceas inclinadas de dura piedra. Abajo, junto a los campos de labor, una casa en ruinas ponía fin a la vegetación nitrófila de salsolas y daba paso a un pequeño bancal de olivos. En la cima de todo, algunos árboles y arbustos más oscuros, sabinas, encinas y coscojas, destacaban entre el amarillo pálido de los espartos invernales y el gris de los raquíticos tomillos. El viento soplaba con fuerza y se metía en los oídos, enfriando oreja y cabeza a su paso. Una vez que levanté la mirada, vimos un águila real (Aquila chrysaetos) que planeaba como podía luchando contra la ventisca, cuando, de repente, una fuerte ráfaga la llevó con fuerza a otra zona alejada mientras profería chillidos de queja. 

Águila real (Aquila chrysaetos)

Descendiendo hacia la casa abandonada, siempre luchando por movernos contra el viento, encontramos una agalla en un Bupleurum fruticescens que parecía un apelotonamiento de hojas a mitad del tallo. He estado buscando qué podría haber causado esta deformidad, pero no he encontrado nada que me convenza. Si alguien sabe de qué podría tratarse, puede dejar un comentario en esta entrada. 
Deformidad (agalla) en Bupleurum.

Escudriñando los paredones, atravesando la bajada repleta de salsolas y algunas ortigas, encontramos varios ejemplares de doradilla (Asplenium ceterach), uno de los helechos más extendidos por Chinchilla. Aparte de un sedum que parecía Sedum dasyphyllum subsp. glanduliferum, no se veían muchas más plantas de interés o, más bien, nuevas para mí.

Casa abandonada. Según SIGPAC, esto se llama Casa Cano.
Dentro crecían salsolas, ortigas y Piptatherum.
Doradilla (Asplenium ceterach)

    En el pinar, de vuelta a casa, se veían ya las rosetas de las orquídeas. Del género Ophrys, estas plantas resultan algo comunes en la zona, aunque unas especies más que otras.

Roseta basal de Ophrys preparada para florecer en unos pocos meses.

    A pesar del vendaval, lo cierto es que las aves estaban muy activas, todas en busca de alimento y agua. Grandes bandos mixtos de fringílidos pasaban a los lados del coche, invadiendo como nubes los olivares y campos de almendros. Jilgueros, verderones, pinzones y pardillos acompañados de estorninos y alguna urraca. De pronto, a lo lejos, en una valla, vislumbramos la forma inconfundible de una pequeña rapaz, seguramente un cernícalo. Se trataba de una hembra de cernícalo vulgar (Falco tinnunculus). Nos acercamos a ella con el coche, lentamente, intentando no asustarla, y pude conseguir unas buenas fotografías, que permiten apreciar el aspecto de esta pequeña rapaz, aliada de los agricultores para mantener a raya a los roedores del campo.

Cernícalo vulgar (Falco tinnunculus)
Cernícalo vulgar (Falco tinnunculus)
Cernícalo vulgar (Falco tinnunculus). Se aprecia la cera que rodea el pico y el ojo, donde se conoce como anillo orbital. En la narina (agujero de la "nariz"), se aprecia el cono que permite que el aire entre cuando el halconcito vuela a una velocidad vertiginosa, rompiendo el flujo del aire
y facilitando la respiración.
Cernícalo vulgar (Falco tinnunculus)
Después de aguantarnos un poco, voló hacia un pistachero,
desde donde siguió mirándonos con curiosidad. Foto a través de la valla.
Aquí se aprecia mejor el pecho moteado. Después, el ave bajó al suelo y caminó varios metros,
hasta que volvió a elevarse en el cielo, perdiéndose en el horizonte. Foto a través de la valla.
    Después, paramos un momento en un pequeño olivar con algunos almendros, donde se agrupaban pequeños pajarillos que en seguida se acostumbraron a nuestra presencia. En total, detecté las siguientes especies: carbonero común (Parus major), mirlo común (Turdus merula), curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala), pardillo común (Carduelis cannabina), pinzón vulgar (Fringilla coelebs), colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros), lavandera blanca (Motacilla alba), verderón (Chloris chloris), jilguero (Carduelis carduelis) y estornino (Sturnus). Además, algunos conejos (Oryctolagus cuniculus) se paseaban ramoneando hojillas verdes. Prácticamente todas las aves aprovechaban las aceitunas caídas en el suelo. Y todo esto, a pesar del viento.
Carbonero común (Parus major)
Pinzón vulgar (Fringilla coelebs)
Conejo (Oryctolagus cuniculus)
Lavandera blanca (Motacilla alba)
Colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros), ejemplar macho.
Colirrojo tizón (Ph. ochruros), hembra.

miércoles, 13 de junio de 2018

A los pies de la sierra de Guadarrama

    2.6.2018. Bajo la falda norte de la Sierra de Guadarrama, junto al Real Sitio de La Granja de San Ildefonso, serpentea el río Eresma, también llamado río Valsaín. En sus orillas, junto a la primera línea de sauces y otras plantas amantes de la humedad, crecen los robledales de melojos (Quercus pyrenaica) y, más arriba, los pinares albares (Pinus sylvestris). Entre los robles, crecen las jaras de hojas de laurel (Cistus laurifolius) que a estas altitudes, todavía no han llegado a florecer.
El macizo de Peñalara, todavía con algo de nieve.
Explorar el entorno botánico del Eresma es un goce para los sentidos.
    Un pequeño paseo por esta parte de la Península revela plantas y animales la mar de interesantes. Estas son algunas especies botánicas que pueden observarse en la zona, todo en el ambiente de los melojares:
Jara de hoja de laurel (Cistus laurifolius).
Hierba turmera (Tuberaria guttata).
Asperilla (Hispidella hispanica).
    Estas tres especies (dos cistáceas y una asterácea) tienen algo en común y es que no son amantes de la cal, por eso crecen aquí, en terrenos graníticos y algo húmedos. 
    Por otro lado, en el interior del melojar, que para ser un bosque de árboles muy juntos tiene bastante luminosidad, encontramos las flores del gamón o asfódelo (Asphodelus albus subsp. carpetanus). Las abejas, igual que en los espartales de mi zona liban las flores del A. cerasiferus, se comportan de la misma manera aquí, pero con esta otra especie de gamón.
Asphodelus albus subsp. carpetanus con una abeja de la miel.
    Además, podemos encontrar en esta época del año las agallas en formación de la avispilla Andricus quercustozae tan conocidas por su llamativo tamaño y que ya han aparecido en varias ocasiones en este blog, así como otros insectos.
Agalla en formación de Andricus quercustozae.
Chrysotoxum cf elegans (familia Syrphidae).
    Aunque no solamente encontramos flora e insectos, también es posible observar reptiles y anfibios.
Lagarto ocelado (Timon lepidus).
Lagarto ocelado (Timon lepidus).
Lagarto ocelado (Timon lepidus).
Sapo corredor (Epidalea calamita).

jueves, 25 de enero de 2018

Tras las huellas de la Naturaleza en Villamalea

    Hay zonas en mi provincia que tienen un pasado geológico la mar de interesante, lo que se traduce en paisajes sorprendentes (a la vista está la entrada anterior). Es, también, el caso de la Cueva de los Ángeles, por donde mi amigo Juan Pablo López Aracil quiso llevarme el pasado lunes 15 de enero. Esta visita fue un regalo que quiso hacerme el bueno de Pablo y lo cierto es que considero que el mero hecho de disfrutar de su compañía y escucharle hablar tanto de la Naturaleza como de la vida en general ya es un regalo de valor incalculable. 
   Bueno, que me pongo ñoño... ¿Por dónde iba?
   La Cueva de los Ángeles está en Villamalea, siendo un lugar bastante conocido en la provincia, un rincón del que había oido hablar (creo que una vez vi un reportaje sobre este lugar en la difunta "TVA"). Atravesando colinas cubiertas de romero, tomillo, pinos y carrascas, llegamos a un lugar que califico de "onírico". Una enorme grieta en la tierra albergaba una pequeña cascada que vertía sus lágrimas interminablemente en un pequeño lago azul, todo ello rodeado de paredes repletas de culantrillos (Adiantum capillus-veneris), musgos verdes de brillos refulgentes bajo las hiedras, amantes de la humedad, y hepáticas. Se me olvida decir que antes de llegar a la Cueva, nos detuvimos primero ante dos enormes quejigos (Quercus faginea) junto a una casa abandonada. En torno a los árboles, había terrazas con granados, olivos y pequeños quejigos cuya procedencia sin duda habría que achacar al par de robles más grande.
Quercus faginea. Parece como si al ejemplar de la izquierda no lo hubieran podado nunca, en cambio, las ramas tan verticales del de la derecha me sugieren que alguna vez llegaron a podarle. El suelo en torno a los dos robles estaba lleno de conchas de Sphincterochila candidissima de todas las edades.
Cueva de los Ángeles.
Paredes de roca viva, con formas curiosas, cubiertas de musgos, hepáticas y helechos (Adiantum capillus-veneris).
Fronde de culantrillo (Adiantum capillus-veneris).
    En el lugar, si uno accede con extrema preocupación, se puede entrar en una estrecha estancia, junto al agua, donde resuena el chapoteo del agua que corre por las paredes que se amplían, como estalagmitas que ya llegaron al techo. Como estaba tan oscuro en el lugar, lancé el flash y la cámara captó la siguiente imagen:
Curiosas formaciones de roca caliza.
    Tras admirar las diversas formaciones geológicas de curiosas formas, cubiertas de musgo, salimos de la enorme grieta en la tierra para continuar por un sendero que la recorre, hacia un pequeño caserío donde solo nos recibieron los rebuznos de un burrito y un gato blanco que nos siguió durante bastante tiempo. Mientras, nos maravillábamos con las especies de flora y fauna que íbamos descubriendo. Por ejemplo, un joven olmo (Ulmus minor) que, aun sin hojas, tenía aún las agallas secas producidas por Eriosoma lanuginosum (id. Pablo López Aracil), o las galerías del coleóptero Scolytus, en un árbol seco. También vimos algún pajarillo, petirrojo (Erithacus rubecula), mito (Aegithalos caudatus) y pinzón vulgar (Fringilla coelebs).
Hepáticas sin identificar.
Galerías de Scolytus. Estos túneles los realizan bajo la corteza, solo cuando ésta cae o la arrancamos podemos observarlos, aunque muchas veces sus efectos en la salud del árbol se observan mucho antes.
Cecidios en los foliolos de un lentisco (Pistacia lentiscus), especie vegetal que empieza a ser más común por esta zona de Albacete, más cercana a la provincia de Valencia, producidos por Aploneura lentisci.
    Como veis, incluso en invierno es posible encontrar rastros animales en el campo, por pocos que sean. Siempre me gusta buscar conchas de moluscos terrestres por algunas zonas y aquí encontré varias especies: Otala sp., Pseudotachea splendida, Sphincterochila candidissima, Rumina decollata y una que no esperaba, aunque es más común de lo que parece: Monacha cartusiana. 
Monacha cartusiana sobre una orquídea abejera Ophrys.
Rumina decollata y Pseudotachea splendida.


    Y los hallazgos no acaban aquí, pues en el camino descubrimos varias huellas de mamíferos, las más interesantes eran de tejón (Meles meles), junto con algunas de cabra montesa (Capra pyrenaica), gato, perro y humano.
Huella de tejón (Meles meles).
Coscoja (Quercus coccifera).
Enorme líquen crustáceo sobre una roca.
    Esto es, más o menos, lo que vimos y disfrutamos, nos llevamos un buen recuerdo de este bello paraje, tanto en la tarjeta de la cámara como en el cuaderno de campo. Después nos dirigimos a Casas de Juan Núñez donde disfrutamos de una buena hamburguesa de "Rambito" (hamburguesas Rambito, cuantas más comes, más te crece el pito).