Cuadernos de campo

    Los cuadernos de campo son herramientas muy útiles para el naturalista. Primero, sirven como una forma creativa de retener conocimientos. Segundo, son una buena manera de aprender a reconocer los cambios, las especies, los hábitats y los ecosistemas en general, de nuestro entorno. Y tercero, sirven como registro de lo que vamos viendo, información a la que podemos acudir con el paso del tiempo.

Lo único que necesitamos es un pequeño cuaderno que podamos transportar y guardar fácilmente, un bolígrafo y un lápiz, y colores, ya sean ceras, acuarelas, lápices de color... Hay que tener en cuenta que si pensamos utilizar colores al agua, será necesario elegir un cuaderno con hojas aptas para ser humedecidas sin que se ondulen. A mí me gustan los cuadernos de tapas negras con hojas blancas sin rayas ni cuadros, pero cada persona es un mundo.

¿Qué información debemos escribir en nuestro cuaderno de campo? Pues la suficiente como para saber cuándo, dónde y qué observamos. Por ejemplo, de nada sirve decir que vimos un estornino rosado en Madrid si no escribimos también cuándo lo vimos. También es interesante añadir qué hacía el animal o planta que observamos: comiendo, floreciendo, volando, trepando, quieto, etc. Todo esto son datos que, en un momento determinado, pueden sernos muy útiles.

Muestro aquí algunos ejemplos de mis cuadernos de campo. El primer cuaderno que hice se componía solamente de unas hojas blancas de papel grapadas y era más una colección de especies observadas en mi entorno. Por ejemplo, el gorrión común, la ardilla, la tórtola turca... Lo empecé en 2005 (tenía 12 años).

Cuaderno de campo 1: gorrión común y ardilla.

Cuaderno de campo 1: lombriz y estornino negro.

    El segundo cuaderno de campo también era una colección de especies observadas, pero ya era más serio. Lo empecé en 2008 en un cuaderno pequeño, de tapas negras y hojas con textura rugosa, amarillentas, que le regalaron a mi padre en Murcia. Lo decoré mucho con hojas prensadas y yo estaba muy orgulloso de él. Al ir creciendo, cada vez me iba a sitios más lejanos de casa y empecé a ver animales más raros para mí, como el solífugo o el sisón.

Cuaderno de campo 2: Lycosa tarentula (Lycosa hispanica).
Cuaderno de campo 2: Lycosa, Steatoda y Calliptamus, de Alicante.
Cuaderno de campo 2: el solífugo (Gluvia dorsalis). 
Cuaderno de campo 2: abubilla (Upupa epops).
Cuaderno de campo 2: la primera vez que vi esta especie, el sisón (Tetrax tetrax),
eran dos machos luchando. 

   Después de este cuaderno de campo, me compré uno hecho a mano en Siena (Italia) que me duró varios años debido a su grosor. Lo empecé allí y, aunque no llegué a culminarlo, fue en Inglaterra donde más observaciones añadí. Estaba encuadernado con tapas de cuero y una tira que se ataba en torno a ellas y lo cerraba. Olía muy fuerte a cuero y me encantaba. Las hojas eran bastante duras y en él dibujé aves sobre todo. Las excursiones me ocupaban varias páginas y hacía muchos dibujos esquemáticos representando las partes de los animales. También dibujé plantas y pegué entradas a museos, billetes de tren y hojas prensadas, y es algo que también enriquece el cuaderno de campo.
Cuaderno de campo 3: cornejas cenicientas (Corvus cornix).
Cuaderno de campo 3: cormorán grande (Phalacrocorax carbo) y Florencia.
Cuaderno de campo 3: flora del entorno de un riachuelo británico.
Cuaderno de campo 3: equisetos británicos.
Cuaderno de campo 3: zarapito trinador (Numenius phaeopus) en el Mar del Norte.
Cuaderno de campo 3: susto con un faisán vulgar (Phasianus colchicus) en Inglaterra.
Cuaderno de campo 3: reyezuelos sencillos (Regulus regulus)
y avispón europeo (Vespa crabro).
Cuaderno de campo 3: buitres en la Sierra del Relumbrar (Albacete).
Cuaderno de campo 3: Gammarus pulex.
Cuaderno de campo 3: árboles de North Cliffe Wood (RU).
Cuaderno de campo 3: North Cliffe Wood (RU).
Cuaderno de campo 3: alcaraván y corredor sahariano. 

    He tenido más cuadernos de campo, como el que me llevé a Isla Grosa (Murcia) para un voluntariado que hice sobre pájaros migratorios en islas mediterráneas. Anillábamos especies y las dibujaba después de hacerles foto.
Cuaderno de campo de Isla Grosa.
Cuaderno de campo de la costa.

     En otros cuadernos posteriores, también he añadido listas y mapas o recorridos de la zona que he explorado.
Cuaderno de campo (2018): observación de un lince ibérico (Lynx pardinus) 
en la Sierra de Andújar (Jaén).
Cuaderno de campo (2018): viaje al sureste. Flora de interés observada. 

    Cuando hojeo estos cuadernos, es como viajar en el tiempo. Veo cómo ha cambiado mi forma de dibujar y de observar la naturaleza. Creo que tener un cuaderno de campo te enriquece como naturalista, ya que, en cierta manera, aprendes a observar el mundo que te rodea con otros ojos, te fijas más en los detalles y en los cambios que suceden a tu alrededor.

    Os animo a que probéis vosotros también a registrar vuestras observaciones naturalistas en un cuaderno de este tipo. Definitivamente, es una de las mejores formas de aprender sobre el mundo que nos rodea.

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