lunes, 24 de noviembre de 2014

Harwich: dientes de tiburón y vuelvepiedras confiados

    Este fin de semana lo he pasado en Harwich (Essex), una pequeña ciudad costera donde se encuentra uno de los mayores puertos internacionales de Europa.
    El sábado por la mañana, bien pronto, tras haber consultado el horario de mareas (no olvidemos que esto es el Gran Atlántico Norte, y las mareas son bestiales), fuimos directos a una pequeña playa, junto a un paseo, donde un pequeño grupo de vuelvepiedras zascandileaba en busca de pequeños invertebrados y restos de peces, y más cerca de la orilla, algunos ostreros se afanaban en encontrar su desayuno. Entre la grava pulida y las acumulaciones de algas (Fucus y Laminaria), vi muchísimos ejemplares de ostra de gran tamaño  y de sus restos, incluso recogí varias valvas aún enteras, pero sin inquilino. También encontré conchas de otros moluscos como bígaros (Littorina littorea, L. obtusata), alguna que otra lapa y la invasora Crepidula fornicata, introducida desde América del Norte.
    En esta playeta, nos dedicamos a hacer lo que muchos han hecho desde hace casi 300 años: buscar pequeños fósiles procedentes de la Arcilla de Londres, sobre todo, dientes de tiburones del Eoceno (hace 55 millones de años, aproximadamente). A las 8.45 am ya estábamos en cuclillas, revolviendo la gravilla, observando minuciosamente cada pequeña piedra oscura que se daba la vuelta al pasar la gran valva de ostra que usábamos para remover la arena.
    Mientras nos afanábamos en la busca de estos pequeños tesoros sacados al exterior por la fuerza maremotriz, perdíamos la noción del tiempo. La temperatura era inferior a 7 C, pero nos sentíamos extrañamente cómodos junto a las turbias aguas del Mar del Norte, mientras nos sobrevolaban algunas gaviotas.
Algunos de los dientes de seláceos del Eoceno fosilizados que encontramos.
A la izquierda del todo, ni idea, posiblemente (según me han dicho), podría tratarse de una púa de erizo de mar del terciario; a su derecha, en segundo lugar, un cilindro con un agujero interno (¿belemnites?). Las tres estructuras grandes y oscuras sí pueden ser trozos de belemnites pulidos. A la derecha de la moneda, ni idea de lo que puede ser, pero "algo" parece.
    Uno de los tesoros que encontré fue un huevo de raya. No me lo podía creer. Son relucientes, oscuros, del color del alcohol que duerme almacenado y olvidado durante décadas en un armario de los abuelos. Me aseguré de que estuviera hueco (la pequeña raya ya había nacido, pues la estructura tenía una apertura en uno de sus extremos) y lo recogí.
El huevo de raya, ya seco. En inglés se le llama "Mermaid's purse", que significa "monedero de sirena".
    Más tarde nos dirigimos al muelle de Ha' Penny, paseando. Las gaviotas, tranquilas, descansaban sobre las empalizadas, mientras algunos vuelvepiedras comunes (Arenaria interpres) merodeaban por la zona. Nos dio la impresión de que querían acercarse, pero recelaban ligeramente, así que me incliné y estiré la mano, aunque no tuviera nada, para ver cómo reaccionaban. Para mi sorpresa, el animalito vino corriendo, estirando el cuello para ver si de verdad llevaba algo que darle. Probamos con unas miguitas de pan que nos dieron en una caseta y hasta las gaviotas se interesaron.
Gaviota argéntea (Larus argentatus) de primer invierno.
Uno de los confiados vuelvepiedras (Arenaria interpres) del muelle.
    Después de comer decidimos regresar a la playa. La marea se estaba retirando decenas de metros, dejando al descubierto pequeñas charcas y recovecos llenos de mejillones, bígaros y otros moluscos marinos. Las limícolas y gaviotas no dejaban pasar la oportunidad de darse un banquete, y agachados en un rincón de la playa, las aves se acostumbraron a nosotros. Tras un rato de observación ornitológica, continuamos hacia la otra zona de la playa donde habíamos buscado los fósiles.
Ostrero euroasiático (Haematopus ostralegus) en los bajíos.
Vuelvepiedras común (Arenaria interpres) alimentándose de los restos de un gádido (tal vez un bacalao o un eglefino).
    En esta segunda búsqueda de tesoros marinos y geológicos, reliquias del paso de la vida por la tierra, seguí recogiendo otras cositas que el mar traía o desenterraba. Entre ellas (aparte de más dientes), huesos fósiles, seguramente de algún mamífero; caparazones de cangrejos, caracolas... Un grupo de barnaclas carinegras (Branta bernicla bernicla) pasó volando a toda velocidad hacia el sur.
Trozos de huesos de mamíferos fosilizados.
Arriba: caparazón de buey de mar (Cancer pagurus).
Abajo: caparazón de cangrejo verde europeo (Carcinus maenas).
    Fue un fin de semana bastante fructífero en lo que a recolección de especímenes se refiere. Pasear por la playa en busca de tesoros que deja el oleaje (beachcombing) es una actividad que he vuelto a hacer en Inglaterra; anteriormente, lo había hecho mucho en las costas del Mediterráneo hasta que, por cuestiones de la vida, dejé de hacerlo. Pronto publicaré una entrada sobre este tema.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

La ventana indiscreta: gato doméstico intentando cazar tórtolas turcas

    La ventana de mi habitación en Hull da a un patio trasero bastante cutre donde aparcan los coches los vecinos. Rodeándolo, hay unas verjas oxidadas y paneles de metal ya anaranjado, y detrás de estas pequeñas murallas, algunos arbustos y árboles sobresalen. 
    Si me siento en la cama, puedo ver un alto espino albar que todavía tiene hojas y frutos rojos y relucientes. En el alféizar de la ventana he dejado un pequeño cuaderno con un lápiz para ir apuntando las aves que veo cuando miro a través de ella. Empecé a apuntar el día 13 de noviembre y de momento llevo varias especies: tórtola turca (Streptopelia decaocto), gaviota reidora (Chroicocephalus ridibundus), gorrión común (Passer domesticus), petirrojo europeo (Erithacus rubecula), corneja negra (Corvus corone), jilguero europeo (Carduelis carduelis) y grajilla (Corvus monedula). Por la calle, cerca de casa, oigo otras especies de gaviota y páridos, pero no los he apuntado, porque no los he visto 'desde la ventana indiscreta'.
    Hoy me he asomado y he buscado el grupo de tórtolas turcas que veo siempre. Acuden a un fresno que hay junto al espino albar, y bajan al suelo, donde algún vecino les deja alimento. 
Tórtolas turcas (Streptopelia decaocto).
En Inglaterra son un ave típica de ciudad, pero no son tan comunes como en algunas zonas de España.
Tórtolas turcas (Streptopelia decaocto)
    Hoy estaban en el fresno tan tranquilamente, sin hacer nada, cuando el maldito gato del vecino, que le deja andar por donde quiere (un día lo cojo y le pongo un cascabel en el cuello), se ha puesto a trepar por el tronco del árbol, acercándose poco a poco a una de las tórtolas, más alejada del grupo principal.
El gato trepando hacia su presa, mientras el resto mira.
    El felino se desplazaba lentamente, sin perder de vista a la tórtola, hasta que ésta ha revoloteado y se ha posado en otro arbusto. Las tórtolas no son idiotas, por muy simples que sean a veces, así que el gato se ha quedado con cara de póker, mirando a su alrededor, mientras el grupo de tórtolas que quedaba a su lado alzaba el vuelo también. Finalmente, el minino ha bajado del árbol, hoy no desayunará tórtola.
¡JÁ! Hoy te quedas sin comer algo que no haya salido de una lata. Y diles a tus dueños que te pongan un cascabel al cuello.
Tórtola turca (Streptopelia decaocto)
    No olvidéis que los gatos domésticos que pululan por ahí son una de las principales causas de muerte de aves en zonas urbanas. Si tienes un gato y lo dejas andar por donde quiere, hazle un favor a la naturaleza: ponle un collar con dos o tres cascabeles. Así los pequeños animales que puedan ser presa del gato lo oirán antes y podrán huir a tiempo. 

sábado, 8 de noviembre de 2014

Primera cita de Ophrys lutea para la Sierra de Chinchilla

    En la Sierra de Chinchilla, a pesar de su alto grado de deterioro medioambiental, es posible, todavía, encontrar diversas especies de plantas de interés típicas de la región mediterránea, bulbosas como los asfódelos, las merenderas o la escasísima Fritillaria lusitanica. También podemos encontrar dos especies de orquídeas, Ophrys fusca y Ophrys speculum. Hasta hace poco.
    El pasado día 21 de abril de este año, fui a bichear por la sierra. Volviendo ya, a mediodía, nos encontrábamos por un camino cercano a una ladera orientada al SE, a unos 900 msnm, cuando vislumbramos una orquídea común en España, la Ophrys lutea Gouan (Cav.). Se trata de la primera cita para la zona ya que en Orquídeas de la provincia de Albacete, de Rivera Núñez y López Vélez (1987), solo aparecen citadas las otras dos, que son precisamente las más comunes. Intentamos buscar más ejemplares alrededor, pero no vimos ninguno más.
Ophrys lutea

viernes, 7 de noviembre de 2014

Cómo distinguir los tres saúcos ibéricos

    Escribo esta entrada a la vista de las estadísticas de mi blog, al cual mucha gente llega navegando por la red en busca de las diferencias entre el saúco, el yezgo, el sauquillo, el binteiro, el canillero, y una larga lista de nombres vernáculos que estas tres especies reciben. Atraídos por el nombre del blog, esperan encontrar respuesta a sus dudas. Pues aquí está:
    En la Península Ibérica contamos con 3 especies de saúco (Género Sambucus), de la familia Adoxaceae: el saúco negro (Sambucus nigra), muy común sobre todo en montañas y zonas húmedas y toda la Iberia atlántica, el sauquillo o yezgo (Sambucus ebulus), una herbácea más común en la zona mediterránea, en zonas de ramblas, bordes de ríos, acequias, etc. pero que también alcanza el norte; y finalmente, el saúco rojo (Sambucus racemosa), que tiene preferencia por las zonas más frías y es más común en los Pirineos y en algunas otras zonas del Norte, en compañía de hayas, abetos y sauces. En esta entrada no se tratan las variedades de las tres especies, que son muchas, sino las que podemos encontrar en el campo.

Clave rápida para distinguir los saúcos ibéricos:

1. a) Inflorescencias en corimbos aplanados, frutos negruzcos, plantas herbáceas, arbustivas o arbóreas.............................................................................................................................2
 b) Inflorescencias en panículas cónicas amarillentas, frutos rojizos, plantas arbustivas o arbóreas................................................................................................3. Sambucus racemosa
2. a) Flores casi siempre blancas, anteras oscuras, planta herbácea levemente ramificada en su base, rizoma subterráneo, fructificación erecta, hojas con 7-11 foliolos......2. Sambucus ebulus
  b) Flores blancas o amarillentas, anteras amarillas, arbusto o árbol de un o o más troncos, fructificación colgante, hojas con 5 a 7 foliolos.........................................1. Sambucus nigra

1. Saúco negro o común (Sambucus nigra)
Otros nombres: sauquero, sabugo, sabuguero, sahúco, sambuco, canillero, bintero. 
    El saúco negro o simplemente saúco, es el más común de los tres que se describen en esta entrada. Es un árbol o arbusto que no suele superar los 4 ó 5 metros de altura, aunque en condiciones ideales puede superar esas medidas. Se utiliza como seto y muchas veces se le considera una 'mala hierba' que se ha de eliminar. Vive prácticamente en cualquier sitio (incluyendo grietas de edificios y árboles) y tipo de suelo, pero en bosques húmedos y montañas en la Iberia mediterránea.
¿Cómo distinguirlo de los demás?
Flores: blancas o amarillo claro, en corimbos densos. Aparecen entre abril y junio, aunque en las sierras de Albacete lo he llegado a ver floreciendo en pleno julio.
Frutos: racimos colgantes de pequeñas bayas moradas o negras, con tallos rojo vino. Muchas veces, el árbol pierde las hojas y quedan los frutos.
Tronco: de corteza suberosa, curvado y con chupones, ramas 'en forma de 5' con ramillas delgadas y verticales con pocas divisiones excepto en los extremos altos, lo cual hace que a veces presenten aspecto 'llorón'. En invierno pierde las hojas.
Hojas de saúco (Sambucus nigra). Obsérvese que crecen de una rama que va endureciéndose poco a poco.
Flores de saúco común (Sambucus nigra). Cinco pétalos blanquecinos y cinco estambres amarillos.
Aspecto general de un saúco (Sambucus nigra) de tres años de edad.
Este es el que planté en mi patio en el año 2010. La fotografía es de mayo de 2013.
Tiene tres troncos principales y una altura de unos 4 ó 5 m, aunque cada año va a más. Este crece sobre suelo calizo.









Frutos de saúco (Sambucus nigra).
Saúco (Sambucus nigra).
2. Sauquillo (Sambucus ebulus)
Otros nombres: yezgo, ébulo, saúco hediondo, saúco menor, sahuquillo 
    El sauquillo es una planta herbácea provista de un rizoma reptante del que crecen largos tallos verticalmente. En otoño, estos tallos se secan, permaneciendo el rizoma latente en la tierra. Viven en cerca del agua, junto a acequias, ríos y otras zonas húmedas de interior, también en fondos de barrancos. Su presencia indica riqueza de nutrientes. Su distribución abarca desde la Península Ibérica hasta Oriente Medio. Pueden superar los 2 metros de altura.
¿Cómo distinguirlo de los demás?
Flores: actiniformes, de pétalos puntiagudos, blancas, en inflorescencias corimbiformes. Los estambres son de color púrpura. Las flores aparecen en verano, entre junio y agosto.
Frutos: racimos similares a los de la especie anterior, pero no son colgantes, sino que se agrupan en la parte superior del tallo. Aparecen a finales de verano y en otoño.
Tronco: no presenta tronco; los tallos nunca se endurecen.
Rodal de sauquillos (Sambucus ebulus) en El Charco Azul (Valdeganga, Albacete), en el río Júcar.
Flor de sauquillo (Sambucus ebulus).
Sauquillos (Sambucus ebulus) fructificando.
3. Saúco rojo (Sambucus racemosa)
    Este es el saúco más escaso de la Península Ibérica. En España, solo aparece en la zona pirenaica y parte de Navarra, así como en algunos enclaves del Moncayo. Huye de los suelos calizos y crece junto a abetos y hayas, y cercano a ríos. Es un árbol, igual que el primero de esta lista, del que se distingue por la estructura de sus flores y frutos.
¿Cómo distinguirlo de los demás?
Flores: blancas o amarillentas, en panículas de aspecto cónico. Aparecen en verano.
Frutos: rojos, brillantes. Aparecen a finales de verano y en otoño.
Tronco: de corteza suberosa, curvado y con chupones. En invierno pierde las hojas.
Flores de saúco rojo (Sambucus racemosa). Fuente: stumpfarm.com.
Racimo de frutos de saúco rojo (Sambucus racemosa). Nótese la estructura cónica de la panícula.
Engolasters (Andorra), 2022.
Saúco rojo (Sambucus racemosa) en Encamp (Andorra), 2022.

    El género Sambucus se encuentra en todos los continentes. La historia del hombre ha estado ligada a la del saúco, pues de ellos se obtienen diversas materias primas, desde madera y tintes, hasta remedios para enfermedades. Los frutos del saúco común se pueden utilizar para hacer mermeladas y postres, así como vino y zumos; y las aves aprecian los frutos de todos ellos. El humano antiguo le adjudicó propiedades mágicas (buena y mala suerte) que hoy en día se siguen recordando en algunos lugares recónditos de la Tierra.

Un encuentro desafortunado con la Crataerina hirundinis

    En mayo, ya habían vuelto los aviones comunes (Delichon urbicum) a Gran Bretaña. Una noche (18/5/2014), volvía de dar un paseo cuando encontré un avión en medio de la calle, con la cabeza debajo del ala. La escena no tenía el mejor aspecto, más que nada, porque un avión común en el suelo en medio de la noche, es un avión condenado. 
El animal no presentaba el mejor aspecto, y yo sabía que le quedaban pocas horas de vida.
    Para evitar incidentes, pensé que lo suyo sería dejarlo en un pequeño callejón que comunica el jardín con la calle, así que eso hicimos, aunque con pocas esperanzas... Lo cogí y lo entré a casa para dejarlo en dicho lugar. El avión era consciente de todo, pero no se movía mucho, y tenía los ojos muy abiertos. Lo dejamos en el suelo, pero se me ocurrió que era mejor acercarlo más a la puerta, que tiene una rendija por la cual podía salir y encontrarse con el resto de aviones de la colonia que anida en la casa. Tocarlo fue un error.
    Unos minutos después, un insecto de extraño aspecto me sorprendía bruscamente agarrado a mi mano, aunque yo prácticamente no podía notarlo. Su apariencia no era muy... mmmh... agradable, digámoslo así, así que al verlo ahogué un grito y restregué mi mano contra la colcha (lo primero que vi cerca) para deshacerme de aquel parásito y fui corriendo a lavarme las manos. Después, con una pequeña cajita de plástico transparente, volví en busca de aquella mosca que no recordaba haber visto nunca.
    ¡Qué bicho más raro! Era como una mosca amarillenta, sucia, aplanada, con patas ultradesarrolladas que le daban un leve aspecto arácnido. Las alas estaban reducidas a simples estructuras alargadas semitransparentes, parduscas y brillantes. Dentro de la cajita, se desplazaba rápidamente, como reptando. Era una mosca parásita, concretamente, una Crataerina hirundinis.
Crataerina hirundinis. © Paul Beuk
   Crataerina hirundinis es un ectoparásito, perteneciente a la familia Hippoboscidae (es un díptero, como las moscas normales y corrientes) especializado en aviones comunes por lo general, aunque, en menor medida, también puede atacar a demás hirundínidos y vencejos. Es hematófago, y sus patas están adaptadas a caminar sobre el plumaje de sus huéspedes, a los que se sujetan incluso en vuelo. 
    Al día siguiente, encontré al avión común muerto al otro lado de la puerta, es decir, en la calle, en un rincón. Otra mosca piojo, como se les llama vulgarmente, permanecía sobre el obispillo del pájaro mientras lo observábamos. Creo que fue inevitable expresar algo de repulsión sobre este animal. Lo que más llama la atención es su tamaño con respecto a su víctima. Un avión común, desde la punta del pico a la cola, puede llegar a medir unos 15 cm. La Crataerina no llegaba a un centímetro. Es como si una persona estuviera parasitada por un bicho del tamaño de un buey de mar.
El avión común, ya muerto, con una Crataerina hirundinis todavía sobre él.
    Crataerina hirundinis no pone huevos directamente, sino que, a finales de verano, pare larvas vivas que pupan poco después de nacer dentro del nido de barro de los aviones. Pasan el invierno en forma de crisálida y, con la vuelta de los aviones en primavera, emergen los adultos, y el ciclo continúa. La aparición de los adultos tal vez tenga que ver con el aumento de temperatura en el nido, ya que, no lo olvidéis, las aves también son de sangre caliente. La cópula tiene lugar en el nido.
Crataerina hirundinis
    ¿Habéis tenido alguna vez un encuentro con esta interesante especie de mosca? Si es así, podéis relatar vuestra experiencia en los comentarios.