lunes, 30 de septiembre de 2019

Curiosos inquilinos

Ayer, estábamos María del Mar y yo en el patio, mirando algunas flores de otoño, cuando empezamos a oir un ruidito en los canalones del tejado. Sonaba como si unas pequeñísimas uñas se movieran arañando el metal. ¿Oyes eso?, dije. Y María del Mar me dijo que parecía un ratón. Al rato, le di la razón, pues la arenilla que caía de la pared que el micromamífero estaba trepando me ayudó a descubrirlo.
    No es raro ver ratones en la zona donde vivo. Hace unos veranos, entré en mi habitación y me encontré uno mirándome desde el alféizar de la ventana, subido a unas macetas. Me hizo tanta ilusión que di un pequeño grito de sorpresa que lo asustó. A las semanas, Víctor el gato se comportaba de forma extraña frente a una jaula de caza sin muerte que tengo en casa, con la cola erizada y acechando a "la nada", que era un pequeño ratoncillo que se había colado dentro. Lo solté, por supuesto.
    En el patio, vi ratones en 2016 y 2017, pero desde encontes no había visto ni rastro de ellos. A mí no me molestan, mientras no entren dentro de casa, aunque para eso está mi gata...
    Este que os muestro era juvenil, quizás estaba explorando. Estuvo trepando por las paredes del porche y metiéndose en las macetas, curioseando. Me acerqué mucho a él hasta que bajó al suelo, donde le intenté hacer fotos (no todas salieron bien). No le hice nada, dejé que se fuera a donde quisiera. Tal vez sirva de alimento a alguna lechuza.
Ratón casero (Mus musculus) - 29.9.2019.
    Recuerdo la primera vez que vi un ratón. Tenía como 7 años, fue en Chinchilla. Hacía muchísimo frío y mis padres se habían encontrado a alguien por la calle, así que me puse a curiosear por la zona. Debajo de una rampa bordeada por muretes encalados, había una puerta baja, de 1,50 m, con un ventanuco abierto protegido por una rejilla de metal, al que casi no llegaba. Me asomé y de la estancia salía un hedor a gallinero muy fuerte, aunque no me desagradaba. Hasta que se me acostumbraron los ojos a la oscuridad del gallinero, no pude ver que dentro había varias gallinas gordísimas acurrucadas en maderas apiladas y estanterías. Me quedé mirando un rato las gallinas, cuando, de repente, me pareció ver una bola oscura, del tamaño de una ciruela, moviéndose lentamente  sobre unas tablas. Efectivamente, era un ratón, la primera vez que veía uno. Había alguno más. A veces, se sorprendían por algún sonido mío (una tos o sorberme los mocos) y desaparecían, pero siempre volvían a asomarse. Para mí fue una experiencia mágica, no olvidemos que a tan tierna edad, la imaginación vuela y vuela, y en seguida me imaginaba las peripecias de un ratoncillo por mi pueblo, metiéndose por todos los recovecos imaginables.
    No nos alarmemos, que haya ratones no es malo. No olvidemos que infinidad de seres de nuestro alrededor se alimentan de ellos, otra historia sería que me los encontrara en mi cocina: ahí, sí que no. Aunque siempre podemos hacer como David Álvarez y su hijo, que capturaron al ratón que estuvo varios días saqueando el frutero hasta que, finalmente, consiguieron atraparlo y soltarlo lejos. Así, todos felices y no nos cargamos a nadie.

domingo, 22 de septiembre de 2019

Caracoles de estos días en el patio

Como últimamente ha estado lloviendo bastante, los bichos de la humedad se han ido despertando en el patio de casa. Los moluscos terrestres son un grupo de invertebrados que depende muchísimo de la humedad ambiental, por lo que estos días de temperaturas más suaves (10ºC-26ºC) y de lluvias seguidas, son ideales para observar a estos animalillos. A mí personalmente me chifla observar moluscos. 
     Os voy a enseñar los que se ven por el patio de mi casa. Todos estas especies las he introducido yo en el patio, a modo de experimento, procedentes de la calle misma o de jardines del pueblo. Una vez observé varios Caracollina lenticula que no he vuelto a ver y que estaban debajo de una maceta. Esos vinieron solos, seguramente en una maceta de algún vivero. Debo recalcar aquí que estas son especies muy comunes por todos lados, que he introducido en un patio tapiado por todos lados, por lo que ni son especies raras ni protegidas, ni procedentes de otras zonas ajenas a mi pueblo. Al crear este pequeño jardín, donde no había ningún animal que no hubiera entrada volando o trepando muchos metros por encima del muro, me di cuenta de que los caracoles eran un grupo clave en un lugar así, por lo que decidí recolectar algunas de las especies más comunes.
    Por supuesto, el primer caracol que debo mostrar es el más común de Europa, el caracol de jardín (Cornu aspersum). Es impresionante la capacidad de expansión de este animal, porque solamente introduje tres ejemplares y pocos años después ya es la especie más abundante. Por suerte, tengo otros bichos que los mantienen a raya.
Cornu aspersum
   Otro caracolillo que introduje, procedente de un parquecillo a las afueras del pueblo, que también se ha expandido a toda velocidad, es el caracol azul o de concha de cristal (Oxychilus draparnaudi). Recuerdo que solamente introduje dos pequeños individuos y ahora, gracias en parte a la presencia de lombrices, babosas y otros animalillos de cuerpo blando de los que se alimentan y que no faltan en el patio, se han convertido en uno de los protagonistas del patio. Son beneficiosos, se alimentan de animales considerados dañinos para los jardines y cultivos, y además son capaces de comer restos putrefactos de otros animales. Esta especie es bastante más pequeña que la anterior, puede alcanzar el tamaño de una moneda de 10 céntimos. 
Oxychilus draparnaudi
    Hace muchos años, en una de esas trombas primaverales de abril, recuerdo darme un paseo por el pueblo de noche y volver a casa con un bote repleto de chonetas (Eobania vermiculata) que cogí en un descampado de Chinchilla. Era impresionante la cantidad de chonetas que encontré. Esta especie es muy común junto a zonas habitadas, en suelos donde crecen plantas de entornos nitrificados. Yo las relaciono mucho con lugares donde van o llevan a los perros a hacer sus cosas, por lo que me imagino de qué podran alimentarse también. Desde aquella época, ya no es fácil encontrar tal cantidad como aquel año en el patio de casa. Su concha es muy variable, puede ser jaspeada de color beige o más oscura con rayas pardas.
Eobania vermiculata
Uno de los caracoles más grandes que puedo ver en el patio es un Otala punctata que cogí en un descampado de La Felipa. En Chinchilla también está Otala lactea. Ambas especies se conocen como 'boquinegros' en Albacete y son aprecidas para comer, aunque frecuentan ambientes parecidos a los de la choneta, con la que convive. A mí me daría un poco de reparo comérmelos precisamente por saber dónde viven. Las dos especies se distinguen por el color del peristoma, blanco en O. punctata y negro en O. lactea.
Otala punctata
    Por último, acabo con una especie que vi justo ayer: la pequeñita Ferussacia folliculum, que solamente había visto una vez en el Cerro de San Cristóbal, entre el musgo estrellado de los pinares. Esta vez, había decenas en un desagüe de mi calle, justo delante de a puerta de mi casa. Cogí dos para introducirlas en el patio y observarlas, sin saber si se expandirán de la misma forma que lo han hecho las otras especies.
Ferussacia folliculum
    Como he dicho, algunas de estas especies tienen un crecimiento poblacional explosivo, y eso que ni siquiera he mencionado la babosa valenciana (Ambigolimax valentianus) que, desde que solté dos que encontré en la calle, se han vuelto muy muy abundantes. Por suerte, estos animales tienen depredadores, por lo que otra especie que introduje es la caracola truncada (Rumina decollata). Esta caracola, conocida en nuestra zona, se alimenta de otros caracoles, con lo que me viene bien para controlar de forma natural ese crecimiento poblacional.
    Si os gusta la pequeña fauna de nuestros jardines, aprovechad estos días antes de que llegue el frío invernal para mirar debajo de piedras y hojas y encontraréis una diversidad que no os esperáis. No os olvidéis de dejar las piedras como estaban después de levantarlas.

martes, 10 de septiembre de 2019

Tres arañas de casa

Menemerus semilimbatus con su presa, una Sarcophaga, que capturó en la ventana del baño.
Thomisus onustus con la puesta.
Araneus cf pallidus en su tela. Es la primera vez que veo esta especie en el patio de casa.

lunes, 9 de septiembre de 2019

Experimento con unas pieles de higo

    Hace unos días, me comí cuatro higos que compré en el supermercado. Este año, son los únicos higos que he visto, pero como me encantan desde casi siempre, decidí comprar cuatro. Algunos estaban muy maduros, así que me vino de perlas comérmelos y después hacer lo que voy a relatar a continuación.
    Primero, me comí los cuatro higos para desayunar. Las pieles se deshacían y como hace unos días vi en Instagram una fotografía de un plato lleno de fruta pasada con un montón de mariposas encima, en un jardín, pensé que podría probar haciendo lo mismo, a ver qué insectos aparecían. Y así fue. Puse en un recipiente las pieles abiertas, con la parte donde estaba la carne del higo hacia arriba, y lo llevé al patio.
El recipiente con los higos dentro, el cuarto día. Se ven algunas hormigas.
    Recién puestos, los higos no tuvieron mucho éxito. Los insectos que volaban en el patio preferían las flores a los higos. Pero había que esperar. Al cabo de unas horas, el cuenco estaba repleto de moscas de la fruta (Drosophila sp.) que aprovechaban para poner sus huevos y reproducirse a toda velocidad. No fue de lo más sorprendente, la verdad. Las mariposas que pasaban por ahí ni se acercaban. Vinieron dos mariposas de la col (Pieris brassicae) y muchas mariposas del geranio (Cacyreus marshalli), pero todas iban directas a las flores de alrededor. No parecía tener mucho éxito este experimento, la verdad. Y no lo tuvo, al menos para atraer lepidópteros.
    El segundo día, las avispas ya habían descubierto las pieles de higo. Las avispas papeleras (Polistes sp.) eran las más interesadas en el tema. También había dípteros como la mosca verde (Lucilia sp.), rara de ver en el patio. Por supuesto, también llegan las Sarcophaga con sus ojos rojísimos y tórax rayado.
Lucilia sp.
Polistes sp.
Sarcophaga sp.
    Las hormigas han terminado de dar buena cuenta de los higos, junto con algún tardío moscardón (Calliphora sp.).
    Como conclusión de este miniexperimento, la verdad es que no ha tenido el resultado que yo esperaba. Han venido muchos dípteros e himenópteros, pero no ha sido exitoso en lo que respecta a atraer mariposas. Tal vez los higos no sean del agrado de las mariposas o es posible que tenga que ver con la época del año en la que estamos. Habrá que probar en otra ocasión con otras frutas.

domingo, 8 de septiembre de 2019

Aves alemanas

     Ha sido interesante encontrarme con algunas aves en los jardines de Berlín y Potsdam. Como ocurrió cuando visité Italia, me sorprendió ver tantísimas cornejas cenicientas (Corvus cornix) por doquier, tanto en las calles como en parques de cualquier tamaño. Al tratarse de córvidos, estas aves son muy inteligentes y unos minutos de observación directa permiten darse cuenta de ello. Se han vuelto muy oportunistas, adaptándose a la vida en la ciudad, donde se alimentan de cualquier trozo de comida que les lancen los viandantes.
Aprovechando la zanahoria rallada que alguien ha despreciado de su ensalada.
Corneja cenicienta (Corvus cornix), Berlín, 26.8.2019.
Aprovechándose de unas patatas Lay's sabor paprika.
    Cualquier parque grande sirve si queremos ver cornejas cenicientas en Berlín, aunque donde mejor las vi fue en el Lustgarten, frente a la catedral (Berliner Dom). Por la zona también se paseaban bandos de estorninos pintos.
    Al suroeste de Berlín, se encuentra la importante ciudad de Potsdam, donde el rey Federico II  El Grande, rey de Prusia, mandó construir su palacio de retiro 'Sans, souci', 'Sin preocupaciones'. Alrededor del palacio, hay varias hectáreas de jardines asilvestrados (los mejores) con pequeñas canalizaciones de agua y estanques, donde los animales encuentran un buen sitio donde vivir. 
Garza real (Ardea cinerea), Palacio de Sanssouci, Potsdam, 27.8.2019.
    De vuelta a Berlín, el enorme Tiergarten nos sorprende con su densidad y diversidad de árboles europeos y americanos. Con árboles tan grandes, no es difícil observar herrerillos, carboneros y hasta trepadores azules.
Trepador azul (Sitta europaea). Berlín, 28.8.2019.