miércoles, 23 de julio de 2014

Paseo nocturno por la Sierra de Chinchilla

    Tras las experiencias arácnidas que tuvimos en Yeste, el sábado por la noche, unos amigos y yo nos habíamos quedado con ganas de más y se nos ocurrió que un buen sitio para recopilar citas de licósidos podría ser la Sierra de Chinchilla. Así que, una vez más, cargados de cámaras y frontales, nos acercamos a este lugar y nos pusimos manos a la obra. El tiempo no nos acompañaba, la temperatura era inferior a la de otras noches veraniegas y además el viento soplaba incansablemente. 
    Hicimos una ruta de unos 5 km, desde una zona de barbacoas nos internamos en la Sierra, pasando cerca del cuco (construcción característica de la zona de La Mancha que consiste en una gran estructura cónica de piedras y una pequeña entrada que se utilizaba antiguamente como refugio para pastores o determinados tipos de ganado o para guardar aperos de labranza, también se conocen como 'chozos', 'cubillos' o 'bombos manchegos'), atravesando el páramo reseco debido a la sobreexplotación agrícola y ganadera de la zona, y acabamos en la plantación de pinos, desde donde volvimos a las barbacoas. En esa ruta circular nos dio tiempo a observar diversas especies de invertebrados interesantes que solo se pueden ver a medianoche. A pesar de que parecía que iba a llover (luego no llovió ná), no vimos ningún sapo y los únicos vertebrados que vimso fueron algunos conejos, aláudidos que salían volando desde los bordes de algunos caminos y palomas torcaces que salían despavoridas de algunas copas de pinos a nuestro paso.
  Yo ya había visto alguna araña lobo anteriormente en el lugar, como podéis ver en esta entrada, pero sospechábamos que, por las características del terreno y el sitio, sería fácil encontrar bastantes si nos dábamos un paseo por la noche. El método que utilizamos para localizar a los especímenes fue el de avistamiento por brillo de ojos. Los licósidos no son arañas que construyen tela, todo lo contrario: estas se van de caza. Para ello precisan de unos ojos que las ayuden a moverse en terrenos pedregosos a veces en completa oscuridad en busca de sus presas. Como muchas arañas, poseen ocho ojos, pero dos de ellos son descomunales comparados con los otros seis. Al enfocarles con un haz de luz en plena oscuridad, estos ojos la reflejan, como los animales que se ven en las carreteras de noche. El brillo de sus ojos solo lo ve el que dirige el haz de luz, o sea, el que, en este caso, lleva el frontal. 
    Observamos muchos individuos de Lycosa hispanica y Hogna radiata jóvenes, pero también algunos otros adultos descomunales. Nos llamó la atención este hecho, ya que en Yeste prácticamente todas eran grandes, sin individuos jóvenes o de menor tamaño. 
Lycosa hispanica, ejemplar hembra de gran tamaño.
Lycosa hispanica
Hogna radiata
    Fue inevitable detenernos a observar otros artrópodos, no solo arañas lobo, que también nos llamaron la atención. Uno de ellos fue una hembra de luciérnaga, concretamente de la especie Nyctophila reichii. Recuerdo, hace bastantes años ya, encontrarme una larva de luciérnaga en un jardín de Chinchilla, pero no había tenido la oportunidad de observar ninguna más; además, esta era una hembra iluminando. Una pasada. La sorprendió Rafa agarrada a una brizna de hierba, iluminando tenuemente con ese característico resplandor verdoso. Me llamó la atención que, a pesar de las fuertes ráfagas de viento que soplaban en el momento de la observación, la luciérnaga seguía emitiendo luz.
Nyctophila reichii
    Otro coleóptero que vimos varias veces fue el escarabajo Blaps, probablemente B. gigas o lusitanica. Los encontramos en medio de caminos o en zonas sin vegetación, con la cabeza inclinada al suelo. Alguien nos dijo que un estudioso de los tenebriónidos (familia de escarabajos a la que los Blaps pertenecen) le había contado que, en el desierto, algunas especies adoptan esta posición para que, al llover, el agua les resbale por el exoesqueleto hacia la boca. En Internet también leímos que esto es una postura defensiva: levantan la parte posterior del abdomen para que las glándulas que expelen un líquido desagradable queden más cerca de los posibles depredadores. Personalmente, me parece más razonable la primera opción, ya que: 1) avistábamos a los ejemplares en dicha posición desde lejos, a unos metros antes de llegar a ellos, y observábamos que ya se encontraban así antes de acercarnos nosotros, y 2) el cielo amenazaba tormenta, aunque al final no cayó nada. Estos escarabajos son comunes en la sierra y muchos aparecen ahogados en abrevaderos con fines cinegéticos.
Blaps sp
    En otra zona descubrimos un macho de chinche adornada (Eurydema ornatum), un bonito y minúsculo insecto que parece hecho de porcelana. 
Eurydema ornatum, ejemplar macho.
    También vimos un adulto de hormiga león (Myrmeleon cf formicarius) posado en una ramilla. La abundancia de pequeños rodales de arena en esta sierra favorecen su proliferación.
Myrmeleon sp
    Entre cada observación de una especie de insecto, se producían tres o cuatro de arañas lobo. Dirigí a mis amigos a una hondonada que he visitado varias veces donde, bajo una piedra enorme, encontramos dos nidos de Uroctea durandi, una araña mediterránea de característica forma. El abdomen, pentagonal y negro aterciopelado, posee cinco puntos amarillos, uno en cada vértice. Uno de los puntos, el de la parte posterior, en ocasiones es casi inexistente. Construyen un nido en forma de bolsa aplanada desde el cual atrapan a sus presas.
Uroctea durandi
    Ya casi de vuelta, otro arácnido nuevo: los ojillos de una pequeña Drassodes brillaron en medio de un camino, y hacia ella nos dirigimos para verla y fotografiarla.
Drassodes sp.
    Ya quedaban pocos metros para llegar al coche, pero seguían apareciendo animales en medio del sendero. El que faltaba, además, ya que no podíamos marcharnos de la Sierra sin verlo: el solífugo (Gluvia dorsalis), viejo conocido en este blog.
Gluvia dorsalis
   Los demás se quedaron fotografiándolo, mientras yo me dirigía a una zona bajo los pinos donde brillaron unos ojos de araña. Era una Hogna radiata que parecía mirarnos desde allí, como si tramase algo. Al enfocarla con el frontal, dio la casualidad de que una mosca se acercó a la luz caminando sobre las acículas de pino. En aquel momento supe que podría presenciar algo muy interesante: la cacería de una Hogna en su medio natural. La Hogna lo notó e intentó capturarla, sin éxito, porque la mosca era mucho menor y caminaba por debajo de las acículas y luego volvía a salir por otro lado. Unos segundos después, la mosca revolotéo muy cerca de la araña, y ésta levantó sus dos pares de patas delanteras, agarrándola en el aire con las patas, los pedipalpos y los quelíceros. Acto seguido, se dio la vuelta y se fue corriendo, deteniéndose un momento antes de irse, como sin saber qué hacer o como sin creerse que ya había conseguido una cena. Llamé a mis amigos antes de que la araña se escondiera, pero fue demasiado tarde.
    El último animal que vimos fue un centípedo (y ahora que escribo esta palabra, me sorprende que no viéramos ninguna Scolopendra, sabiendo lo que abundan en la zona), una escutígera o ciempiés casero (Scutigera coleoptrata).
Scutigera coleoptrata

jueves, 17 de julio de 2014

Voluntariado en Yeste IV: Yeste, Calar de la Sima, Estrecho del Diablo y una nueva cita de culebra de collar para la provincia

    El domingo nos levantamos y, tras desayunar y despedirnos de algunos voluntarios, nos dirigimos al castillo de Yeste, que pillaba cerquita. Yeste tiene fama de ser uno de los sitios más calurosos de la provincia de Albacete: incluso en el mes de abril de este año se superaron los 30 C. A las 11 de la mañana ya pegaba fuerte el sol en la zona del castillo y callejeando encontramos rinconcillos bastante interesantes, típicos de los pueblos de la sierra, con higueras olorosas en rincones húmedos, calles con sus geranios en las ventanas y todo eso.


El calor se volvió sofocante tras un rato de paseo, aunque decidimos continuar hacia el castillo. Por el camino, un ruido de alas invertebradas captó nuestra atención, y vimos, intentando posarse en una fachada, una libélula de la especie Boyeria irene (que Rafa ha identificado con su nuevo libro de Odonatos, habrá que creerle), anda que ya les vale con el nombre. Dentro de poco, tendremos otros animales con el nombre de "Panadería Cristina".
Boyeria irene
    Desde Yeste fuimos directamente al Calar de la Sima (1897 msnm). Allí nos recibió un pequeño rodal de tierra húmeda donde crecían juncos y otras plantas amantes de la humedad, y helechos comunes (Pteridium aquilinum). El sol y la alegría del verano alteraban las hormonas de los insectos, incluyendo a los ropalóceros, que se contaban por decenas. Este es el sitio donde más especies de lepidópteros he visto juntas. Pudimos captar varias especies con nuestras cámaras incluyendo una Zygaena:
Limonera (Gonepteryx rhamni)
Adipe (Argynnis adippe)
A la izq., una adipe, a la derecha, una pandora (Argynnis pandora).
El nimfálido endémico Melanargia lachesis o medioluto ibérica.
    De subida al Calar, el sol pegaba fuerte y las temperaturas subían bastante. Cuando el ambiente pasó de ser caluroso a directamente un horno, yo me quedé un poco atrás. En algunas zonas aclaradas, prácticamente solo crecían mejoranas de monte (Thymus mastichina), y aproveché para recolectar un poco, ya que se puede utilizar tanto culinariamente como por su utilidad medicinal, para aliñar algunos platos y para calmar digestiones pesadas, catarros, falta de sueño...
    El paisaje desde esta zona ya comenzaba a impresionar, aunque he de decir que las altas temperaturas no ayudaban mucho a apreciarlo al máximo. Conforme caminaba, recolecté algunas semillas de enebro y pino para nuestras restauraciones con ARBA Albacete.
Bosque mixto de Pinus nigra subsp. salzmannii y Pinus pinaster. Bienvenidos al Jurásico. 
Que nooo, que es Albaceeeeete, ¡¡¡yieeeeeja!!!
Estróbilos gigantes de Pinus pinaster.
    Intentamos seguir caminando, pero ya era demasiado, y solo vimos parte de la zona, aunque yo había estado antes con Rafa. El único animal que vi fue un carbonero común (Parus major) e incluso Rafa vio un petirrojo (Erithacus rubecula), cosa rara en esta época y por esta zona. Las formas de las rocas y los extensos bosques de coníferas dan un carácter antiguo a este territorio, uno de mis favoritos de nuestra variada provincia.
La Peña de la Cabeza. A mí me recuerda mucho a una esfinge egipcia, ¿y a vosotros? 
Espino albar (Crataegus laciniata). 
El paisaje montañoso que se observa desde el Calar de la Sima es imponente.
Una planta de grietas de montaña, el torvisco moruno (Daphne oleoides).
Otra especie montana en estas sierras del Sur peninsula: el torvisco macho (Daphne laureola).
Catananche caerulea
    Desde la sombra de unos arbolillos, aprovechamos para observar diferentes plantas montanas, como el cojín de monja (Erinacea anthyllis), que, a pesar de su aspecto estival, seguía imponiendo con sus espinas afiladas.
Erinacea anthyllis
Helleborus foetidus
    Hartos de calor, nos dimos la vuelta y nos volvimos a internar en otra zona de la Sierra, esta vez a menor altitud: el Estrecho del Diablo. Seguimos unas acequias y llevándonos más de un raspón con las zarzas, conseguimos bajar al profundo valle. Por el camino observamos algunas especies interesantes, como algunas plantas típicas de roquedos y cárcavas.
El abejorro Bombus pascuorum libando una flor de zarza.
Chiliadenus saxatilis, el conocido té de roca.
La hierba de San Juan, Hypericum perforatum.
Cornicabra (Pistacia terebinthus). Similar al lentisco, se diferencia de él principalmente por la estructura de sus hojas, imparipinnadas (es decir, con un foliolo terminal) y por ser caduco.
Campanula velutina
Culantrillo de pozo, Adiantum capillus-veneris. Un helecho común en fuentes, pozos
y paredes rezumantes de toda la provincia.
Potentilla caulescens. A pesar de que algunos autores (Alcaraz et al. 1993) la diferencian como P. petrophyla, en general ambos nombres se consideran sinónimos.
    En la orilla del río crecían unas plantas llamativas de curiosos frutos, la emborrachacabras (Coriaria myrtifolia). Esta planta es muy tóxica, sus frutos no deben comerse aunque parezcan apetecibles. Crece en barrancos, orlas de bosques, orillas de zonas húmedas, cunetas...
Frutos característicos de Coriaria myrtifolia.
    También aquí había insectos. Nos llamó la atención el vuelo de una enorme polilla, que de lejos nos recordó a alguna esfinge, pero al acercarnos resultó ser una catocala. Cuando no mostraba las alas inferiores, coloreadas de rojo fuerte y negro, prácticamente no se distinguía de la rugosidad de la pared donde se posó.
Catocala nupcial (Catocala nupta).
Bupréstido (Calcophora cf mariana). Otro insecto serrano.
El susto que nos dió al colarse volando
en el coche fue descomunal. Menudo helicóptero.
    Tras una buena comida serrana que nos recargó las pilas, volvimos ya hacia el centro de la provincia. Por el camino, paramos en una charca junto a la carretera, cerca ya de Elche de la Sierra, donde estuve hace dos años con unos amigos. La otra vez encontramos muchísimos escorpiones de agua (Nepa cinerea) y ahora quería ver si seguía habiendo tantos y enseñárselos a mis amigos. La charca, que parece ser permanente, se encuentra en un arenal del que se debió extraer arenas hace años. 
A unos pocos kilómetros de Elche de la Sierra se encuentra esta charca de interés.
    Alrededor crecen algunos pinos carrascos de tamaño considerable y retamas, así como cardos y juncos churreros. En medio de la charca hay espadañas. Subiendo y bajando pequeños montículos y zanjas de árida tierra, llegamos a la orilla donde nos recibió una criatura sorprendente. Se trataba de una culebra acuática de collar (Natrix natrix astreptophora) joven. Medía entre 50 y 60 cm y para nada actuó como yo pensaba al vernos. Yo pensaba que se haría la muerta, en cambio, al verse delante de cuatro seres humanos, se enroscó e incluso hinchó la cabeza, haciéndola triangular como si fuera una víbora. No nos preocupamos porque sabemos que en realidad no son venenosas ni agresivas y que su única defensa son los líquidos fétidos que puede descargar desde las glándulas anales. Esta es la primera vez que veo esta especie en la Península Ibérica y es cada vez más difícil de ver en Albacete, al contrario que su prima la culebra viperina (Natrix maura). La cita, por supuesto, ya la mandamos al SIARE.
Natrix natrix astreptophora, individuo joven.
Natrix natrix astreptophora
    Tras un pequeño reportaje al pequeño ofidio, seguimos explorando la charca. No había ningún escorpión de agua, pero sí libélulas de varias especies, la única que se dejó fotografiar fue la que veis abajo, identificada también por Rafa. También había libélulas emperador (Anax imperator) en actitud de cortejo.
Sympetrum fonscolombii
    Pero todavía nos esperaba una última sorpresa en este arenal. Me acerqué a una retama donde vi un jabalí muerto la otra vez que estuve, y solo quedaban dos huesos, así que me di la vuelta para volver al coche. Miré distraído hacia un cardo y descubrí una mantis camuflada entre las espinas: era otra empusa (Empusa pennata). 
Empusa pennata, ejemplar hembra.
La misma Empusa pennata sobre un Onopordum, mirando a cámara.
    Tras el reportaje empúsico, ya solo quedaba un sitio por visitar: el embalse de El Talave, en las cercanías de Liétor. Nos acercamos a ver la gran colonia de avión común (Delichon urbicum), que es impresionante. 
    Con la imagen del vuelo de los aviones comunes sobre las aguas azules del río Mundo y de las enormes carpas verdosas difuminadas bajo la superficie, nos despedimos hasta otra vez, cargados de recuerdos y fotografías. 
Río Mundo a su paso por el Embalse de El Talave.

martes, 15 de julio de 2014

Voluntariado en Yeste III: segunda noche de safari fotográfico

    Tras recuperar la zona de agua, una ducha y una buena cena, volvimos a salir de La Alberquilla en busca de más animales (de más arañas, más bien). Esta vez, sí nos internamos en el monte, pasando primero por el murete de rocas, siempre andando por el camino, pero casi a oscuras.
Agelena labyrinthica construye su tela en forma de embudo a ras de suelo o en la parte baja de muretes de roca.
Otra Agelena de librea más clara. Se aprecia la entrada del embudo de telaraña.
    Sin duda, el monte de noche pertenece a los arácnidos. Las arañas lobo seguían campeando, los machos de Hogna radiata estaban de nuevo por doquier, desde las grieta del murete hasta en medio del camino.
Hogna radiata
    Otro arácnido que vimos, y que no era una araña, era el llamado solífugo o escorpión de viento (Gluvia dorsalis). Siempre los veo correr a toda velocidad, pero aquí, de noche, el que vimos se movía despacio pero sin pausa. Sin embargo, se dejó hacer fotos durante unos minutos. 
Gluvia dorsalis
    Los solífugos son animales interesantes de observar. No son venenosos ni agresivos, pero con sus poderosos quelíceros pueden morder y agarrar pequeños insectos y arácnidos. Los pedipalpos son largos y tienen el aspecto de patas ya que parecen nacer de la parte inferior de la zona cefálica. Su función es prensil y adherente, aunque también las usan para ir tentando el terreno a modo de antenas. En la punta de éstos tienen unas pequeñas ventosas que son capaces de anclarse incluso a cristales.
Gluvia dorsalis
    Durante el día permancen escondidos bajo rocas y en lugares oscuros, o en pequeños nidos tubulares que abandonan por la noche para ir en busca de alimento.
    La luna llena, una de las más grandes del año, iluminaba las sierras y las colinas, y les otorgaba sombras siniestras. Los pinos, muchos de ellos colonizadores de otras zonas, se erguían siniestros en la oscuridad. La brisa traía su olor y nos gustaba.
Pino carrasco (Pinus halepensis)
    Al empezar a internarnos más de la cuenta en el monte, nos dimos cuenta de que ya era tarde, y volvimos de nuevo al muro de rocas. La araña patilarga (Pholcus cf phalangioides) también encontraba su sitio en un resquicio de la zona. Estas arañas tienen un mecanismo de defensa muy particular. Cuando algo grande roza sus telas, las hacen temblar, con lo cual, tan finitas ellas, desaparecen difuminadas por el movimiento de sus delgados cuerpos. Esto lo descubrí con una temprana edad en mi propia casa, en el garaje, donde solía haber grandes cantidades de esta araña.
Holocnemus pluchei
    Ya de vuelta a la habitación, nos detuvimos en el farol donde habíamos visto la Eusparassus, y allí estaban otra vez. Me sorprende que una de las arañas más grandes e interesantes de Europa sea prácticamente desconocida más allá de los círculos naturalistas entendidos. Es un animal elegante e imponente que debería tener nombre en castellano. Con la visión de esta criatura, nos fuimos a dormir. Terminada ya la restauración de la fuente, el abrevadero y el estanque, no quedaba nada que hacer, así que aprovecharíamos para explorar la Sierra al día siguiente, la joya de la provincia de Albacete.
Eusparassus cf dufouri