martes, 12 de julio de 2022

Las cabras monteses de Chinchilla de Montearagón (Albacete)

    Mucho se ha dicho sobre este bóvido en esta zona de Albacete, donde se hallaba extinto hasta hace pocos años, y que ahora vuelve de forma natural. Llevo tiempo comprobando, en mi entorno, que la desconexión de la naturaleza de la que hace gala una importante sección de la sociedad está basada, en general, en el desconocimiento que esta desvinculación ocasiona, como un círculo vicioso.

   Así, me gustaría hacer un apunte aportando datos reseñables para hacer ver, a quien me lea, si realmente debería o no haber cabras salvajes en Chinchilla y cómo afrontar los daños que este ungulado pueda causar. 

Capra pyrenaica hispanica

 Aquí nunca ha habido cabras

   Quiero comenzar haciendo referencia a la duda de su autoctonía. Hay quien afirma que la cabra montés no es un animal autóctono de la zona este de la provincia de Albacete y que "nunca ha habido cabras aquí", según me han dicho directamente. Para empezar, el ser humano cuando opina sobre la naturaleza en general y en concreto sobre especies, tiene un sesgo de interpretación importante y solo habla de lo que ha conocido, a nivel de individuo. El "nunca jamás" o el "en la vida" no suelen ser más de 50 años si el paisano conoció a Naranjito, como diría el colega Chus Campo. Para algunas personas, de nada sirve lo que digan los mastozoólogos o los estudiosos de las distribuciones históricas de la fauna: "de eso nunca ha habido aquí", será la respuesta que muchas personas interesadas en estos animales podrán obtener si preguntan por este cuadrúpedo en Chinchilla. Pero fallan menos los datos, los registros y la evidencia histórica que la memoria en general. La ciencia se basa en datos empíricos, no en sensaciones y recuerdos en momentos muy puntuales. Si hay registros arqueológicos y biológicos de la presencia de una especie en una zona en tiempos muy recientes... igual es que sí es autóctona.

    Por eso, hay que ofrecer datos fiables sobre la distribución local de la cabra montés en la zona. En la misma Cordillera de Montearagón, donde se encuentra la sierra de Chinchilla, encontramos pinturas rupestres de entre 10.000 y 6.000 años de antigüedad (Cueva de la Vieja, Alpera) donde uno de los animales que más abundantemente aparecen representados por los hombres y mujeres cazadores-recolectores de la Prehistoria, son las cabras monteses, junto con ciervos, uros, caballos salvajes y otros mamíferos salvajes que en la actualidad se hallan virtualmente extintos a nivel local.

Pinturas rupestres de la Cueva de la Vieja (Alpera), con las cabras monteses señaladas.
Su cronología se sitúa entre el 6500 y el 3200 a.C.

    Pero igual parece que nos remontamos a hace demasiados años. Miremos más recientemente, en concreto a las Relaciones Topográficas de Felipe II (1562) y a lo que dijo el encargado de redactar las de Chinchilla: "[...] crianse en esta tierra muchos benados, corços, gatos monteses y algunas vezes se hayan puercos y cabras monteses [...]".

    Como vemos, este animal, como tantos otros (ciervos, corzos, lince, lobo), es una especie autóctona, que fue eliminada hace siglos de gran parte de la Península y que ahora, como está ocurriendo en gran parte de Europa con otros mamíferos, recupera lo que siempre fue suyo, su hábitat. Dudar de su carácter autóctono en nuestros montes no aporta nada y ofrece una visión incorrecta de la medida del tiempo, que no remonta más allá de unas pocas generaciones. Es decir, su autoctonía en Chinchilla es respaldada por los registros históricos recientes. 

Daños y convivencia pacífica

    Por otro lado, lo que sí hemos de hacer es encontrar maneras de convivir con la fauna silvestre de la forma menos conflictiva posible y valorar su importancia como riqueza de nuestros campos. Si un gran animal silvestre, como es el caso de la cabra montés en Chinchilla, causa daños, ya sea en cultivos o construcciones, es responsabilidad exclusiva de las administraciones de gestión ofrecer una alternativa o indemnización a la persona afectada por el comportamiento natural del animal (en este caso, corresponde a la administración autonómica). Es imprescindible que sean técnicos quienes evalúen la situación y tomen las medidas adecuadas, de acuerdo con las leyes que rigen nuestra relación con el medio ambiente.

    Además de esto, es la propia sociedad la que, por su parte, debe también formular estrategias de convivencia pacífica con los animales, para reducir al máximo los riesgos. Es decir, la ciudadanía juega también su papel fundamental, independientemente de la gestión de los gobiernos locales o autonómicos. 

    En Europa, donde los humanos hemos aniquilado una gran proporción de grandes mamíferos, no estamos acostumbrados a convivir con ellos en nuestras cercanías desde hace cientos de años (exceptuando algunos países del noreste), por lo que la conciencia social es hipersensible al contacto estrecho con fauna salvaje, aunque este pueda consistir, únicamente, en su mera observación puntual y anecdótica en un entorno suburbano; no ocurre así en otros países de África o Asia. El caso más extremo pueden ser aquellas sociedades humanas que han de coexistir con superdepredadores de la talla de leones o tigres, donde se ha adaptado la ganadería y la agricultura locales (incluso la pesca, en el caso de que existan cocodrilos o hipopótamos, que causan más de 500 muertes al año) para reducir al máximo los conflictos. Resulta curioso, sin duda, que sean ciertas sociedades tradicionalmente consideradas más retrasadas por las imperialistas y avanzadas sociedades europeas, las que les den lecciones de conducta al respecto. Pongamos un ejemplo de convivencia con animales salvajes: el pueblo masái, una tribu seminómada de Tanzania y Kenia, depende en gran parte del pastoreo del cebú o vaca masái. En la sabana, leones, leopardos, guepardos, hienas y licaones son depredadores potenciales del ganado. Por ello, mediante su ingenio, los masáis fabrican diferentes medios disuasorios de estos carnívoros para proteger su medio de subsistencia, como es el caso de Richard Turere, que con 13 años organizó un sistema de luces parpadeantes que asustaba a los leones y los alejaba de los rediles del ganado. Además, mediante diferentes iniciativas locales, en Kenia se han protegido grupos de leones involucrando a la población masái, especialmente a los guerreros, que reciben formación y un salario por realizar seguimientos poblacionales y promover la protección de los leones, combatiendo la caza furtiva. ¿Por qué aquí no íbamos a exprimir nuestra inventiva de la misma manera, con el fin de proteger nuestros bienes de unos mamíferos que además de ser herbívoros son pacíficos? 

Cabra montés en el Estrecho del Hocino (Sierra de Alcaraz), de una de las poblaciones
de cabra más conocidas de la provincia de Albacete.

     Por otra parte, conozco a mucha gente que está encantada de poder ver estos elegantes animales tan carismáticos en un entorno tan cercano tanto de Chinchilla como de Albacete. Estas personas son consumidoras potenciales de los recursos turísticos y servicios de la zona, que visitan Chinchilla con el fin de observar las cabras y fotografiarlas, a la vez que pasean por las calles con encanto de la localidad y "corren la voz" sobre estos animales en sus entornos habituales, funcionando como atrayentes para otros interesados. Así, las cabras (y todos los valores naturales de Chinchilla) se encadenan en una red con el resto de valores turísticos, culturales, gastronómicos, etc. de la localidad. En otros países e incluso aquí en España, la fauna salvaje es un recurso muy seductor para muchos amantes de la naturaleza, quienes pagan gustosos por poder sentirse tan cerca de ella. En nuestro caso, la cabra montés es un endemismo exclusivo de la península ibérica, extendida en las principales cadenas montañosas del territorio y se divide en diferentes subespecies. Su endemicidad la hace única en el contexto mundial, por lo que su singularidad atrae a interesados en la fauna desde cualquier rincón del mundo.

    Recapitulando 

¿Es la cabra montés un mamífero autóctono en Chinchilla? La respuesta es sí, aunque haya permanecido ausente por causas antrópicas hasta tiempos recientes y esté volviendo a extenderse de forma natural, como ocurre con otros animales.

¿Se puede convivir con este animal en un entorno urbano o suburbano? Por supuesto que sí, tomando las medidas adecuadas y con un respaldo administrativo local y regional permanente.

¿Es beneficiosa la presencia de estos animales en Chinchilla a nivel turístico o social? Sí, puesto que muchas personas viajan a la localidad para observarlas y son potenciales usuarios de tiendas, restaurantes, etc. locales.

       A la luz de la tendencia expansiva de ciertos ungulados ibéricos (debida a múltiples causas, casi siempre antrópicas), así como la ocupación cada vez más intensiva e invasiva de parajes naturales por parte de los seres humanos (construcciones de urbanizaciones, carreteras, etc.) es esperable que, en el futuro próximo, el contacto entre humanos y grandes animales se acentúe, lo que puede ocasionar conflictos de diferentes tipos. En nuestro entorno, el jabalí, cuyas poblaciones se han visto favorecidas directamente por los humanos, es un gran mamífero extendido al que la sociedad rural, en general, está acostumbrada en cierta manera. La cabra montés es una especie que se suma a la recolonización de sus territorios, siendo previsible que otros ungulados como el corzo o el ciervo aparezcan en nuestro entorno en años venideros. De hecho, el corzo, cérvido mencionado en las Relaciones Topográficas de Felipa II para Chinchilla, que llevaba extinto en Albacete unos 200 años, ya se ha detectado en múltiples localidades de la mitad norte de la provincia, siguiendo la expansión que desde hace unos años se observa desde la Serranía de Cuenca hacia el sur. Su carácter es extremadamente adaptativo, lo cual le permite colonizar bosques caducifolios, pinares, encinares, matorrales degradados, herbazales, llanuras de cultivo y zonas suburbanas. Por esta razón, es muy abundante en toda Eurasia, formando parte de la dieta de depredadores como el lince europeo o el lobo. 

    Por eso, es tarea de todos, ciudadanos y administraciones, el considerar el valor innegable que aporta la mastofauna en nuestro entorno y aprovechar su presencia para promover prácticas de uso del medio más respetuosas tanto con la naturaleza como con nosotros mismos.


Momento familiar de las cabras monteses en Chinchilla.

1 comentario:

  1. Anónimo26/3/20

    Gran nota en resumen los seres vivos necesitamos conocernos en verdad y no solo en teoría!!!

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