viernes, 15 de septiembre de 2017

Se acerca el otoño

15.09.2017. Ya. Ya sé que todavía no ha comenzado el otoño astronómico. Que aún estamos a más de 20 C durante el día. Que los árboles siguen verdes (aunque el otro día vi dos álamos cerca del Pozo de la Cañada amarillos). Pero llevamos dos semanas de otoño meteorológico que realmente no han dejado mucha lluvia (algo, sí) y en la sierra de Chinchilla, las plantas y los animales se preparan para recibir esta nueva estación, diría que mi favorita, la más interesante junto con la primavera. 
    Muchos arácnidos han madurado por estas fechas. Los ortópteros salturrean entre los tomillos, esquivando depredadores: mántidos, reptiles, aves. Las ninfas de Empusa crecen lentamente: pasarán el invierno escondidas, boca arriba, como las estudiara Fabre, guardándose del frío entre las matas. El caracol judío (Sphincterochila candidissima) Por su parte, el mundo vegetal también sufre cambios en septiembre: las ajedreas se tiñen de blancas flores de nieve, las abundantes bellotas, aún verdes, engordan progresivamente y los frutos del rosal silvestre se sonrojan. La flor de la quitameriendas (Merendera montana = Colchicum montanum) salpica, aquí y allá, mis páramos...
Hersiliola sp. guareciéndose bajo una piedra. Pudiera ser H. macullulata
Quitameriendas (Merendera montana).
Andaba buscándolas, pues florecen en esta época, y María del Mar las vio antes que nadie.
Ejemplar hembra de Mantis religiosa. Es curioso cómo hacía tiempo que no veía
una mantis religiosa de color verde, siendo siempre marrones o amarillentas. Este año,
solamente he visto tres ejemplares, uno de ellos en Galicia, y los tres eran verdes.
    En un entorno cercano a lo que llamábamos Era del Ataúd, aunque ya no lo es... (bromas aparte); encontramos dos Mantis religiosa o insecto de Santa Teresa. Un macho y una hembra, ambos verdes. En septiembre y octubre, las mantis llegan a la madurez. Todas las que han sobrevivido han llegado a este tiempo para un propósito, el de la reproducción. La hembra prosigue con su vida, entre los arbustos, en busca de saltamontes, pequeños grillos, dípteros... que se le pongan a tiro de pata prensora. Los machos, delgados y antenilargos, con poder volador, consuman en este tiempo el propósito de su existencia.
    Mientras anochece, los animales del crepúsculo empiezan a ocupar su lugar en el escenario nocturno del monte mediterráneo. Las mantis, encaramadas a los arbustos, boca abajo, reducen su actividad, oscurecidos sus grandes ojos...
Anochece en mis páramos.

3 comentarios:

  1. Por aquí el otoño entró de lleno, no para de llover.
    Espero que nos traiga atardeceres tan bellos como el de la foto.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Tejón. Por aquí ni gota este otoño. Necesitamos semanas de lluvias sin parar.
      Saludos.

      Eliminar
  2. Ni idea tenía de que un signo de la reducción de actividad en las mantis es que se les oscurezcan los ojos. ¡Hay que ver lo que se aprende en estas visitas!

    ResponderEliminar

Trato de responder a todos vuestros mensajes, aunque sea solamente para dar las gracias.