sábado, 2 de septiembre de 2017

Un día en la Sierra de Chinchilla que culmina con una muy interesante sorpresa

    Salgo a la Sierra de Chinchilla poco antes de la hora de comer, con algo de alimento (tortilla de patatas, aceitunas aliñadas por mí, pechuga empanada, espetec, abundante agua y anacardos y cacahuetes con chocolate; no se escatima). Primero voy al Espartal, reviso una plantación de encinas y pinos piñoneros que hicimos con ARBA. Compruebo que casi todas las encinas están perfectas y algunos pinos han muerto. Además, aquí y allá se pueden ver brotecillos nuevos de encinas. Mientras voy de un plantón a otro, me cruzo con una ninfa de Empusa pennata y con una hembra adulta de Rivetina baetica. Cientos de saltamontes vuelan a mi paso.
Rivetina baetica.
    Uno de los saltamontes que veo, un curioso Calliptamus, que supongo que se trata de C. wattenwylianus, llama la atención por su coloración. Al hacerle la foto, me doy cuenta de que tiene un pequeño ácaro parásito agarrado a una pata. Este saltamontes es común en el Mediterráneo Occidental. El sol pega fuerte, a pesar de lo que anunciaba la previsión meteorológica, así que fui directo a la zona de picnic, donde hay mesas, no sin antes parar en unas encinas a las que guardo especial cariño. Durante casi todo el tiempo que estoy cerca del Espartal, el cielo permanece repleto de nubes de abejarucos (Merops apiaster) que vuelan en dirección sur, llenando la zona de sus alegres gorjeos. Observo una podalirio (Iphiclides feisthamelii) que persigue a una blanquiverdosa (Pontia daplidice).
Calliptamus cf. wattenwylianus. Se aprecia el ácaro rojo en la pata trasera.
Gorgojo de las bellotas (Curculio elephas) sobre encina.
    Mientras como tranquilo, el cielo se nubla algo, y en el suelo del bosque, entre los pinos, veo una pequeña lagartija. Comprobando con el zoom de la cámara, veo que se trata de un juvenil de lagarto ocelado (Timon lepidus) que acude a una piedra a asolearse. Corre el aire. Tras comer, me entretengo mirando bajo las piedras de alrededor. Encuentro algunos hormigueros, uno de Camponotus pilicornis, otro de Camponotus cf. aethiops y varios de Aphaenogaster iberica, y otros de una pequeña hormiga parda que no conozco. Me parece curioso observar, en los nidos de Aphaenogaster, partes desmembradas de otras especies de hormigas. Me alegra ver, aunque sea, un élitro de carábido, posiblemente de un Carabus lusitanicus. Bajo otra piedra, encuentro una Scolopendra cingulata de mediano tamaño, que dasaparece a toda velocidad en una grieta. Me fijo en que hay algunas mariposas de pequeño tamaño revoloteando en esta zona del pinar.
Morena (Aricia cramera).
Manto bicolor (Lycaena phlaeas).
Morena (Aricia cramera).
Bellota de coscoja (Quercus coccifera). Nótese la característica cúpula espinosa de esta especie.
    Me voy desplazando poco a poco hacia el borde de un campo de cultivo donde una vez encontré una pieza de cerámica curiosa aunque sin interés. Sigo levantando piedras, sin embargo, no aparece bajo ellas ningún animal de interés, excepto un par de arañas gnafósidas de la especie Nomisia aussereri. Siguen saltando de aquí para allá ortópteros, casi todos son Oedipoda y algún Oedaleus decorus macho. 
Oedipoda charpentieri.
    El espliego (Lavandula latifolia) anda también en plena floración, algunas matas de tamaño importante guardan en sus espigas insectos de interés, como este hemíptero que vi por primera vez: 
Camptopus lateralis.
    Tras permanecer sentado un buen rato en una roca, pegado al bancal, contemplo algunas aves cerca. Unas perdices, pardillos, cogujadas, golondrinas, más abejarucos, vencejos... Decido continuar hacia uno de mis lugares favoritos, la ladera de las albaidas, no sin antes acercarme a una retama que crece junto al camino para buscar semillas. No tiene muchas este año, pero encuentro, en otra cercana, unas curiosas y coloridas orugas: Uresiphita gilvata. Esta polilla de la familia de los crámbidos tiene preferencia por las genistas y retamas.
Uresiphita gilvata.
     Sigo directo a la Ladera de las Albaidas, donde me espera un sinfín de sorpresas. Veo los montes que empiezan a rodearme, cubiertos algunos de pinos repoblados y el resto de romeros y espartos con algunas coscojas y encinas. Veo rocajes que me atraen mucho, me recuerdan a los berrocales de Guadarrama, siendo los de Chinchilla de origen sedimentario. Trepando, entre los pinos y los romeros, llego a uno de ellos, que observo con detenimiento.
Ceterach officinarum
    De repente, bajo un saliente de la roca, veo una planta que no me puedo creer que esté ahí: varias doradillas (Ceterach officinarum), una especie de helecho que crece en fisuras rezumantes, por lo general, en zonas mucho más húmedas que este lugar. Me sorprende mucho donde está, aguantando como una campeona, entre aladiernos, enebros y tomillos. Me pongo a pensar y compruebo cómo es posible que aguanten ahí esos pequeños fentos. Crecen sobre una "pelota" de musgo, protegidas por el saliente de roca y orientadas al norte. Sin duda, un hallazgo interesante, custodiado por una araña patilarga (Holocnemus pluchei) y un Iberus alonensis. La doradilla es un pequeño pteridófito que crece en fisuras de rocas calcáreas y que, en tiempo seco, se arruga como una vieja cartulina marrón y puede permanecer en este estado durante meses. Con la llegada de las lluvias y la humedad, sus frondes se rehidratan y expanden. Como veis, las que encontré aparecen hidratadas debido a las tormentas de los días anteriores. Me vuelvo al camino, bajando por las laderas, y me pregunto si habrá más doradillas por la zona. Seguro que sí...
    Encuentro, volviendo al sendero, dos insectos muy interesantes: una ninfa de Ameles picteti y un escarabajo que creo que pertenece al género Jekelius, que amablemente me confirma José Ignacio López Colón, su autor.
Ninfa de Ameles picteti.
Posible Jekelius sp.
    Decido seguir caminando, me acerco al borde del precipicio de la Ladera de las Albaidas, y me asomo a contemplar el panorama. Las albaidas tienen muchas hojas todavía, algo casi impensable en zonas donde esta planta es mucho más corriente, como Murcia o Alicante. El pinillo de oro (Hypericum ericoides) está en flor, a pesar del calor reciente. Un gavilán (Accipiter nisus) sobrevuela el lugar, alejándose hacia el sureste. A unos cientos de metros a mi derecha, hay gente saltando en paracaídas. Cuando les veo volver a la cima de la ladera durante decenas de metros, cargados con el paracaídas envuelto a la espalda, me recuerdan a pequeños caracolillos con la casa a cuestas. Intento alargar la estancia en la zona curioseando los romeros y mirando bajo piedras. Veo un excremento seco, supongo que de perro, y compruebo que hay sobre él un pequeño escarabajo de la familia Scarabaeoidea, podría tratarse de un Trox perlatus.
Trox cf perlatus.
    Es hora de ir volviendo, aún queda caminata. Me entretengo mirando los romeros, y debajo de las piedras, donde no veo nada de interés excepto algún hormiguero. Sobre los romeros, se agrupan las mariquitas de siete puntos (Coccinella septempunctata), ignoro el por qué, tampoco hace tanto frío. Una libélula roja de la especie Sympetrum fonscolombii se me acerca.
Sympetrum fonscolombii 
Pues parece que se ha quedado buena tarde.
    Hay hormigas voladoras por la zona, pero no las conozco. Finalmente, me encuentro con una mantis iris (Iris oratoria) hembra, sobre un romero y me entretengo haciéndole fotos mientras el sol se pone y el viento arrecia con más fuerza. Decido volver a casa... pero nunca es un adiós, siempre es un hasta luego.

3 comentarios:

  1. Me flipa como te curras tus entradas. Me encanta. Un saludete jiji

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  2. Muy buen reportaje. Saludos.

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  3. No me extraña que sea un hasta luego. Hasta de manera virtual, siguiendo tus explicaciones, acompañadas de tales imágenes, dan ganas de volver.

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