lunes, 25 de abril de 2011

Paseo en el bosque de las arañas

    Siempre es agradable salir al monte en días de lluvia, con cuidado, claro. Hacía semanas y semanas que no caminaba por allí y, qué queréis que os diga: lo echaba de menos, pues para mí no hay placer como el de sentir el aroma y el frescor de los pinos, la pureza del aire y la tierra viva bajo mis pies. Una lluvia a tiempo nunca es mala, y en el bosque se podía notar el rejuvenecimiento primaveral propio del mes de abril. Las retamas están a punto de florecer y llenarán la atmósfera de ese perfume mediterráneo que me encanta. Todo brota una vez más. Y es que la primavera es una promesa, la promesa del retorno, de la resurrección, si se me permite la expresión.
    Ayer decidí caminar por zonas del bosque por donde no suelo ir. En pocas palabras, no seguí el sendero, lo que explica que me metiera por zonas de las que me era difícil bajar (al principio tenía gracia) y consiguiera ver paisajes manchegos impresionantes, con todos los cultivos verdes, las oscuras encinas como fortalezas elevándose a los cielos y los rojizos caminos que llevan a quién sabe dónde.
    En el suelo del bosque, sobre el manto de agujas de pino, pude ver varias arañas:
Como esta pisaura que descansaba en una mata de Lithodora fruticosa.






















 
O este macho de otra araña (?) que se encontraba en la misma mata de Lithodora fruticosa. No sé qué especie es. ¿Acaso era casualidad que estuviesen las dos arañas en el mismo lugar? No lo sé. ¡Ah! Si alguien tiene idea de a qué especie pertenece, ya sabe, que lo diga.

























    Me di cuenta de que, conforme caminaba, veía (y oía) decenas de moscas atrapadas en telarañas muy cercanas al suelo. Al notar mi presencia, los dípteros revoloteaban y lo único que conseguían era enredarse más y más en los pegajosos hilos. Ello me llamó mucho la atención, porque había muchísimas telarañas y de diferentes especies. Siempre es bueno que haya variedad.  Una de las fotos que tomé fue la de abajo, a ver si conseguís ver al depredador:
En foto no cuesta, pero en la vida real, bajo la sombra de los pinos, no se notaba que estuviera ahí. Porque... vosotros la veis, ¿verdad?

    La humedad y el sol primaverales ha hecho germinar muchas plantas y, entre ellas, las Ophrys, pequeñas orquídeas que por aquí abundan bastante. 
    Estas plantas son curiosas porque poseen un tubérculo que permanece repleto de nutrientes y agua en otoño e invierno, y al llegar la primavera (o el otoño), desarrolla tallos aéreos, con las flores que se ven en la foto de la izquierda. Con el calor del verano, estos tallos se secan y el tubérculo desarrolla hojas bajas y carnosas, preparándose así las energías de la planta para la formación de otro tubérculo. A la primavera siguiente, el tubérculo viejo está prácticamente agotado y se desarrolla un nuevo tallo gracias a las reservas del nuevo. Sin embargo, parece ser que no florecen todos los años, será porque tienen que acumular suficientes energías para facilitar la floración...
   

4 comentarios:

  1. Anónimo25/4/11

    aaaaaaaaaaaaaainnns!
    aranyes aranyes... sempre m'han fascinat aquets bitxets! son moníssims :D
    doncs bé amic meu, només dir-te que ets especial i que no malgastis el temps emprenyant-te i posant-te de mala llet! m'importes moltíssim i vull veure't content i feliç!
    somriu per mi!

    petons des d'aquí!

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  2. Hola guillermo, la planta donde estan las arañas, es una Lithodora fruticosa y la araña de la segunda foto pues Agalenatea redii saludos.

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  3. Hola pako. La Agalenatea redii es la de la tercera foto, ¿la segunda también?

    Gracias por tu contribución, siempre eres bienvenido.

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  4. Es verdad, parece que las arañas se estuviesen dando prisa en arreglar sus casas (y sus trampas) después del invierno.

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