La encina (Quercus ilex subsp. ballota = Q. rotundifolia), también conocida como chaparro o carrasca cuando adopta morfología arbustiva, fue antaño una planta muy común en la Sierra de Chinchilla, como atestiguan los últimos ejemplares que resisten en algunas zonas. Los incendios y la tala intensiva acabaron con ellas, todo potenciado por los humanos.
El otro día llegué a una playa fósil cercana al Morrón. Allí me sorprendí asomado a un escalón donde crecían varios ejemplares de encina de interés por su tamaño.
Encina (Quercus rotundifolia) en la Sierra de Chinchilla.
Es imprescindible proteger y potenciar la regeneración natural de la flora serrana mediante la recolección controlada y siembra de bellotas de estos últimos ejemplares que aún prosperan en Chinchilla. Es tarea de todos conservar y restaurar el paisaje de este lugar tan menospreciado por la mano del hombre.
Quercus rotundifolia, detalle de la ramificación de los troncos de un ejemplar.
El otro día llegué a una playa fósil cercana al Morrón. Allí me sorprendí asomado a un escalón donde crecían varios ejemplares de encina de interés por su tamaño.
Encina (Quercus rotundifolia) en la Sierra de Chinchilla.
Es imprescindible proteger y potenciar la regeneración natural de la flora serrana mediante la recolección controlada y siembra de bellotas de estos últimos ejemplares que aún prosperan en Chinchilla. Es tarea de todos conservar y restaurar el paisaje de este lugar tan menospreciado por la mano del hombre.
Quercus rotundifolia, detalle de la ramificación de los troncos de un ejemplar.